La lacra del desempleo

España tiene un problema de desempleo juvenil, pero fundamentalmente tiene un problema de desempleo, sin adjetivos

06 julio 2021 10:46 | Actualizado a 06 julio 2021 19:11
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La tasa de desempleo en España se ha mantenido sostenidamente por encima del 10% desde la crisis de 2008 llegando hasta máximos del 26% en 2013. Junto con Grecia, ha encabezado durante años la tasa de desempleo de los 27 países de la Unión Europea (UE) destacando significativamente sus cifras con respecto a los restantes países de la Unión.

De acuerdo con el portal Statista, España cerró el 2020 con una tasa de desempleo del 15,5%, únicamente superada por Grecia -16,3%-. El tercer país en nivel de desempleo fue Italia con una tasa del 9,2%, ya lejos de los niveles de España. Los expedientes de regulación temporal de empleo puestos en marcha a raíz de la Covid-19 han ayudado a mitigar las cifras de desempleo en sus valores absolutos pero no cambian el posicionamiento relativo entre países de la Unión que, en su conjunto, cerró el 2020 con una tasa media del 7,4%.

Desde un punto de vista económico global, el desempleo debe ser atendido con recursos del Estado. Es una prioridad para cualquier sociedad avanzada. En el otro lado de la balanza, ello supone perder la oportunidad de dedicar estos recursos a otros servicios también necesarios o que pueden contribuir al crecimiento global.

Las prestaciones y subsidios por desempleo en España en 2020, sin incluir las ayudas a los ERTE, ascendieron a más de 20.000 millones de euros. Ello significa, por ejemplo, aproximadamente el 25% del gasto en Sanidad o cerca del doble del presupuesto público del Estado -11.483 M€- para investigación, desarrollo e innovación en 2021.

Pero, además de las pérdidas de oportunidad en el presente y de la incertidumbre personal de estar en paro, el alto desempleo de hoy genera a una sociedad graves incertidumbres de futuro. El motivo es muy sencillo: el drama del paro juvenil que lleva implícito y que fundamentalmente es consecuencia del desempleo general.

Altas tasas de desempleo general conllevan altas tasas de desempleo juvenil. En España la tasa de desempleo de las personas de entre 16 y 24 años está cercana al 40%. Es la mayor de la Unión Europea. Grecia e Italia le siguen en las primeras posiciones. En resumen, los tres países de la UE con mayores tasas de desempleo general son los que también tienen las mayores tasas de desempleo juvenil.

España, al igual que estos países, tiene un problema de desempleo juvenil pero fundamentalmente tiene un problema de desempleo, sin adjetivos. Resolver el problema de desempleo paliaría mucho el desempleo juvenil. La media de las tasas de desempleo juvenil de los 13 países de la UE que tienen tasas de desempleo inferiores al 6% es del 12,7%.

Los expertos citan diversidad de causas que conducen a las altas tasas estructurales de desempleo en España. La principal causa a la que aluden es al desajuste existente entre la oferta y la demanda de trabajo. Este desajuste se da cuando no encajan o cuando existe un desequilibrio entre la estructura económica de un país –distribución entre los diversos sectores económicos y grado de liderazgo en conocimiento- y la estructura de su población activa (distribución de sus niveles de formación).

Ambas estructuras no son fijas, sino que evolucionan con el tiempo. Las crisis económicas afectan a la estructura económica de un país pero, si tiene suficiente solidez, estas afectaciones han de ser coyunturales. En España, la crisis derivada de la Covid-19 ha llegado sin que se hubieran recuperado las tasas de empleo previas a la crisis de 2008. Ello significa simplemente que aquella crisis afectó a una estructura económica débil y convirtió sus efectos en estructurales. La debilidad de esta estructura sigue vigente hoy en día.

Por otra parte, la estructura de la población activa ha estado marcada durante estos años por una alta polarización en el nivel de formación: desde unos buenos porcentajes de jóvenes con estudios universitarios –entorno al 35%, en línea con la UE- hasta una alta tasa de abandono antes de completar la segunda etapa de la Educación Secundaria –el último dato es el 16%, muy superior a la media del 10% de la UE- y un bajo porcentaje de alumnos de formación profesional si lo comparamos con la media europea.

En resumen, estamos ante una distribución de los niveles de formación de la población no apta para los requerimientos de una estructura económica moderna. Afortunadamente la tasa de alumnos de formación profesional está aumentando en los últimos años, pero el otro tema a resolver son las tasas de abandono escolar. De momento el borrador de la nueva ley de educación abre la puerta a obtener el título de bachillerato con una asignatura suspendida. Parecen trampas al solitario.

Vemos por lo tanto que de los dos términos de la ecuación para reducir el desempleo, la estructura de la población activa se va adaptando parcialmente gracias al aumento de estudiantes de formación profesional. La adaptación del otro término –la estructura económica- es quizás más compleja y en condiciones normales requiere tiempo. Afortunadamente no estamos en condiciones normales.

La Covid-19 ha traído los fondos Next Generation para la recuperación. Unos fondos que tienen una finalidad clara marcada por la UE: cambiar la estructura económica de los países más afectados con objeto de darle más solidez. Son unos fondos coyunturales destinados a resolver problemas estructurales. En ningún caso están destinados a tapar los agujeros existentes ni a financiar proyectos que no contribuyan al cambio de estructura. Confiemos en saber aprovecharlos y no nos hagamos también trampas al solitario.
 

Joan Pedrero es Ingeniero Químico.

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