Las ‘gralles’, imprescindibles durante las fiestas de Santa Tecla

Homenaje. El grupo Els Llorus del Negrito –ahora inactivo– presentaron ayer un libro con los arreglos musicales de algunas canciones y ofrecieron un concierto vermut

20 septiembre 2019 17:40 | Actualizado a 20 septiembre 2019 18:35
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La gralla es un instrumento de viento y de madera formado por un tubo de forma troncocónica de unos treinta y cinco centímetros de longitud, que amplifica el sonido producido por una lengüeta de doble caña, la incha. Esta es la definición oficial. Pero aquí falta añadir una aclaración importante. La gralla es el instrumento estrella durante las Festes de Santa Tecla. Castells, Seguici Popular, Ball de Gralles... Solo son algunos de los actos donde la gralla juega un papel destacado.

Quien lo sabe bien es Roser, Oriol y Pere Olivé – los tres llevan el mismo apellido, pero solo Roser y Pere son hermanos–. Son algunos de los componentes del grupo de grallers So Nat, que hace doce años se embarcaron en el proyecto Els Llorus del Negrito. Fueron los protagonistas de la mañana de ayer. Presentaron un libro con los arreglos musicales para gralla de algunas de las canciones contemporáneas y ofrecieron un concierto vermut que llenó la Plaça del Rei.

Empecemos por el principio. So Nat nació hace 32 años. Sus componentes han ido cambiando a lo largo del tiempo, pero Roser y Pere Olivé siempre han estado al frente. Una tocando la gralla y el otro el tambor. En el año 2007, el grupo decidió poner en marcha un proyecto atrevido: Els Llorus del Negrito. «La idea era hacer un ball de gralles diferente, innovador. Hacíamos un repertorio de discoteca, con temas de los años 80 y 90, y rock catalán y español. Incluso llevábamos dos gogós que bailaban en el escenario», explica Pere Olivé. Verlos era un auténtico espectáculo.

La formación era la tradicional, gralles y tambores. Los músicos iban disfrazados con una peluca rizada, una camisa estampada y de mucho colorido, máscaras y gafas. «La gente se caía de culo cuando nos veía», añadía Roser Olivé. Durante el espectáculo se tiraba humo, fuego, confeti, condones y globos.

Els Llorus del Negrito estuvieron activos durante diez años. «Requería mucho sacrificio. Pensad que yo tenía que ir al gimnasio para poder bailar y tocar el tambor a la vez. Pesaba diez kilos menos», dice, mientras se ríe, Pere Olivé. Tocaron en sitios destacados, como por ejemplo, la Sala Salamandra, durante las fiestas de Gràcia o en las Decennals de Valls.

Durante estos años, el grupo arregló más de 60 temas musicales contemporáneos. «Pensámos que este material era bueno para las escuelas que enseñan a tocar estos instrumentos tradicionales. Teníamos que darles salida», explica Roser Olivé. De aquí nace la idea del libro que ayer se presentó. Seis canciones y tres mix. Samba di Janeiro de Bellini, Bad Romance de Lady Gaga o Mamma Mia de ABBA son algunos de los temas del libro adaptados para la la gralla. El precio es de 25 euros.

«No es fácil arreglar estas canciones. Debemos tener en cuenta que la gralla es un instrumento muy limitado. Pero hace tantos años que nos dedicamos a ello que ya sabemos cómo adaptarnos», comenta Olivé.

Lo de ayer fue una especie de homenaje al grupo ya inactivo y también a los componentes que han pasado a lo largo de estos diez años.

Oriol, Pere y Roser coinciden en opinar que «ahora hay muchos jóvenes en el grupo de So Nat. No sería una locura que volvieran a poner en marcha Els Llorus». Ahí lo dejan.

«Hay un ‘boom’»

Es indiscutible el papel de las gralles durante las fiestas mayores de la ciudad. El instrumento se recuperó hace poco más de 30 años. Entonces, casi nadie tocaba la gralla. «Ahora hay un boom», reconoce Roser Olivé. «Es cierto que nos encontramos con este instrumento en muchas de las expresiones festivas. Es por esto que debemos ser responsables y ofrecer una buena calidad», asegura Oriol Olivé.

Y es que la evolución ha sido brutal. Actualmente, hay escuelas que se dedican exclusivamente a enseñar a tocar la gralla. Además, por fin se ha normalizado el instrumento como el resto. Hoy en día, en Tarragona, hay dos grupos profesionales y muchos otros amateurs. Para los amantes de las grallas, los once días que dura la fiesta se resumen en: tocar, comer, beber, dormir y pasárselo bien.

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