«No me puedo dormir hasta que tengo a mi hija en casa»

Padres de adolescentes de Tarragona llevan las salidas de sus hijas como algo inevitable pero con intranquilidad 
 

05 febrero 2019 17:29 | Actualizado a 05 febrero 2019 17:47
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La inseguridad que sienten algunas adolescentes y chicas jóvenes cuando han de regresar solas a casa por la noche se refleja también en sus padres. A menudo, incluso, son los progenitores quienes, en su buena fe, transmiten ese miedo a sus hijas. De hecho, pareciera que el temor es mayor en ellos. 

Lo admite Pilar, madre de una joven de 18 años: «A mi hijo, dos años mayor que mi hija, nunca le previne, nunca se me pasó por la cabeza que le pudiera pasar algo, más allá de los típicos consejos de que no bebiera demasiado y de que nunca se montara en un coche con alguien que ha estado bebiendo. Pero a la niña, en cambio, cada vez que sale le digo que tenga cuidado, que no se separe de sus amigas, que no beba y no se fíe de nadie, que me llame cuando quiera volver a casa para ir a buscarla en coche o que coja un taxi… Sé que quizá es un control excesivo, pero no lo puedo evitar; tengo miedo de que le pase algo. Y yo no me duermo hasta que la tengo en casa. Sí, sé que tiene que salir, que tiene que vivir, pero es algo que no puedo controlar».

«A diferencia de mi hijo varón, a mi niña la alecciono para que tenga cuidado y no se fíe de nadie»
Pilar, madre de Laura

A su lado, Joan, padre de una chica de 17 años amiga de la hija de Pilar, asiente. Su niña, como la llama, ha comenzado a salir de noche, los viernes y los sábados, hace apenas unos meses. Y él, aunque es consciente de que «son buenas chicas que no se meten en líos», asegura que tampoco se duerme hasta que su hija está de vuelta en casa. Dice incluso que la suele esperar despierto, «viendo alguna película». Claro que las salidas nocturnas de su hija suponen para él algunas renuncias. «Los sábados me suele apetecer prepararme un gintónic con mi mujer después de cenar, pero como sé que en algún momento mi hija me llamará para que la vaya a buscar con el coche, cambio el combinado por una cerveza sin alcohol. No es lo mismo, pero, ¿qué se le va a hacer?», dice con resignación.

«Los sábados me apetece tomar un gintónic, pero no lo hago porque sé que tendré que salir a buscar a mi hija»
Joan, padre de Andrea

Carles, padre de otra adolescente, da un consejo a Joan: «A mí me pasaba lo mismo que a ti, hasta que me junté con los padres de las amigas de mi hija y decidimos establecer turnos; cada noche sería uno el encargado de buscarlas a todas y repartirlas por sus respectivas casas».

«Yo le doy 20 euros de más para que vuelva en taxi, pero no me duermo»
Maria, madre de Júlia 

Maria, una madre divorciada, dice que ella no puede salir a buscar a su hija, pues tendría que dejar sola a la pequeña, de siete años. «Yo le doy 20 euros aparte de la paga para que regrese en taxi. Eso sí, sabe que cuando llegue a casa me tiene que despertar para que yo sepa que ha llegado bien, aunque la mayor parte de las veces me encuentra despierta. Y es que, aunque me lo proponga, soy incapaz de dormirme hasta que la tengo en casa, sana y salva». Los demás padres asienten. 

 

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