Siete municipios tarraconenses perderán concejales por la despoblación

Es otra cara del invierno demográfico. Habrá 14 ediles menos. Los alcaldes, que alertan de la despoblación, asumirán más trabajo 

09 enero 2019 18:54 | Actualizado a 10 enero 2019 09:39
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«A los que quedemos nos tocará asumir más trabajo. No queda otra», sostiene Francisco Blanch, alcalde de La Fatarella (Terra Alta) desde hace cuatro años y con 12 de experiencia en el ayuntamiento. «Pasaremos de cinco a tres concejales. Lo que quedemos tendremos que trabajar más, está claro», se resigna Rosendo Roig, alcalde de Vallclara (Conca de Barberà). Son dos representantes municipales del total de siete pueblos tarraconenses que perderán ediles en los próximos comicios.

La regla de tres es básica: a menos población, menos representación pública en los consistorios. El invierno demográfico se dispone a cambiar la composición de los ayuntamientos tras las municipales de mayo. El descenso de población de los últimos años se reflejará también en el número de concejales elegidos. Tarragona ha perdido más de 5.000 ciudadanos en los últimos cuatro años: de las 800.962 personas que había en 1 de enero de 2014 a las 795.902 de la misma fecha de 2018, el nuevo padrón de habitantes que marca cuántos ediles podrán configurar cada ayuntamiento en la siguiente legislatura. 

«Afecta sobre todo en términos de arcas municipales y también en cuestión de trabajo. Ahora estamos cinco concejales en el gobierno. Habrá que ver cómo quedan los resultados», aporta Franch. La Fatarella ha bajado de los 1.000 habitantes y pasará de nueve ediles a siete. En el caso de Vallclara, se ha bajado de la cota de los 100, lo que implica que de cinco se pase a tres. 

Pinell de Brai, también en la Terra Alta, será otro municipio afectado, al retroceder del umbral de los 1.000 censados. Pasará de nueve a siete concejales, aunque el consistorio está a la espera de si el último repunte de población permite conservar esas plazas, ya que los datos recién publicados por el INE son provisionales. «Tenemos que ver si nos afecta, porque según los últimos datos habíamos subido de población. En todo caso, no creo que nos perjudique demasiado. Los ayuntamientos pequeños nos basamos más en las tareas de los grupos de trabajo que en los concejales, que acaban teniendo una vertiente más institucional», narra Eva Amposta, alcaldesa de Pinell de Brai. 

Hay otros cuatro núcleos afectados. Capafonts (Baix Camp) desciende de los 100 habitantes y pasa de cinco a tres concejales; Caseres (Terra Alta) está por debajo de las 250 personas y pasa de siete a cinco; Llorac (Conca de Barberà) se queda en 100 y, por lo tanto, pierde dos representantes y pasa de cinco a tres; y Margalef (Priorat) también ve reducido su padrón por debajo del centenar y reduce ediles de cinco a tres. 

La dinámica no es nueva. Ya para las elecciones de 2015 hubo una criba similar. Siete municipios perdieron entonces 16 concejales y sólo uno, Vilallonga del Camp, ganó, dos en concreto. Ahora la despoblación se recrudece en núcleos del interior, afectando sobre todo a la Terra Alta y la Conca de Barberà. Lo cierto es que en estas zonas preocupa más la despoblación galopante que la pérdida de concejales en las próximas elecciones. «Se tiene que hacer una estrategia conjunta territorial, repensar las estructuras de gobierno e implicar a nuevos agentes, poder acoger proyectos que generen oportunidades. La despoblación es algo que nos condiciona y nos preocupa y que hay que abordar de forma global», cuenta Eva Amposta, desde Pinell de Brai. «La base de todo es que se van del pueblo porque no hay actividad económica», dice Blanch. 

En el otro extremo, está Altafulla, que pasa de los 5.000 habitantes y, por tanto, incrementará de 11 a 13 ediles. Su alcalde, Fèlix Alonso, celebra ese éxito demográfico en tiempos de despoblación generalizada. «Estamos en esos términos de crecimiento moderado, para que sea acompasado con los servicios que podemos dar. Es importante crecer, sobre todo cuando muchas localidades se están despoblando», cuenta Alonso. Las implicaciones a nivel de resultados electorales son inciertas. «Depende de cómo vaya. Pensar en eso es hacer suposiciones. Puede llevar a una mayoría o bien a que entren en el ayuntamiento grupos que no estaban representados. Puede acarrear una fragmentación que dificulte la gobernabilidad», sugiere Alonso. 

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