¡Viva la Mare de Déu del Carme en el Serrallo!

El Serrallo vivió ayer por la tarde una emotiva procesión en honor a su patrona

17 julio 2018 10:56 | Actualizado a 20 julio 2018 09:20
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Los serrallenses aseguran que hay pocos momentos similares a la emoción que despierta la entrada a rodillas de la Mare de Déu del Carme a la iglesia de Sant Pere. Y realmente es así. Cuando uno lo ve por primera vez se queda unos instantes bloqueado. Es como si cada una de las personas que se encuentra en la plaza hubiera participado en cierta forma, acompañando a los porteadores en el esfuerzo titánico que hacen para avanzar cada nuevo paso. Tan solo cuando han superado las escaleras, la emoción contenida permite sumarse a los gritos de: «¡Viva la Mare de Déu del Carme!» que mosén Joaquim Gras lanzaba con su megáfono, y que durante estos minutos previos prácticamente habían quedado inaudibles.

Son unas sensaciones que conoce muy bien Joan Dalmau. Ayer, por segundo año consecutivo, vivía el momento entre el público. Durante 44 años como armador fue uno de los porteadores de la Mare de Déu. «Es un momento impresionante. Ahora, cuando los veo subir de rodillas aún siento una cosa que se me mueve por dentro», decía.

Los asistentes llegan con mucha previsión para encontrar el mejor sitio junto a las escalas 

Dalmau acompañó a la Mare de Déu desde los 18 a los 62 años. Hace dos años que se jubiló. «Cuando eres serrallense lo llevas dentro. No sé, si algún año no había podido salir por alguna cosa es como si tuviera un vacío dentro», explicaba. Dalmau asegura que en la cartera lleva una estampita de la virgen. Le acompaña en esta nueva etapa de su vida y, aunque ahora su trabajo no tiene nada que ver con el mar, sigue fiel a una patrona que nunca lo abandonó.

Joan Dalmau está a escasos metros de Estefanía Serrano y Maximiliana Cerro. Son nieta y abuela, la primera, de El Catllar, y la segunda, de Sant Pere i Sant Pau. Ambas llegaron a la Plaça Bisbe Bonet a las seis de la tarde. La procesión empezaba una hora más tarde. Vieron la salida, mientras la comitiva subía a las barcas se movieron hasta el paseo y recuperaron su antiguo sitio para ver la entrada. «Es que es espectacular, quiero que lo vea», decía la nieta, que éste era el segundo año que veía el espectáculo entre el público.

Por segundo año se quedaron en tierra los Xiquets del Serrallo y los tambors

Dalmau aseguraba que la vuelta de la patrona de la mar a su iglesia es el auténtico momento de la procesión serrallense. «Bueno, es que ahora ya no hay tantas barcas. Antes era espectacular, ahora todo es distinto», argumenta.

Después que el año pasado hubo polémica porque las autoridades, los tambores y los políticos tuvieron que quedarse en tierra, este año la situación fue menos polémica. Sin embargo, la Mare de Déu del Carme se subió a la embarcación Joan i Maria –que llevaba las banderas del Nàstic, de Tarragona y de Catalunya–, mientras que las autoridades lo hacían a la Nova Tortosina. 

Por segundo año consecutivo se quedaron en tierra los Xiquets del Serrallo y los tambores. A pesar de que media docena de embarcaciones de tamaño medio y algunas pequeñas acompañaron a la comitiva mar adentro, no había suficientes plazas para todo el mundo. «No teníamos barca y nos exigían que si subíamos teníamos que ir con un chaleco salvavidas», apuntaba uno de los miembros de la colla.

Según uno de los vecinos, «ahora hay muchas barcas que no quieren salir, porque les supone un gasto, y después que antes había algunos casos en los que subía muchísima gente». Las limitaciones de seguridad han hecho que se haya reducido el grupo de personas que puede acompañar a la virgen. Pero la Mare de Déu del Carme es la patrona, y los serrallenses no la olvidan.

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