Álvaro Frías Ibáñez: «Con baja autoestima, las redes son peligrosas»

Entrevista. El especialista presenta la guía ‘Alteraciones de la identidad en personas con trastorno 
límite de la personalidad’ (TLP), para ayudar en la relación entre paciente y profesional

07 junio 2020 08:20 | Actualizado a 07 junio 2020 09:04
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Álvaro Frías (Valencia, 1981), es especialista en psicología clínica. Es autor de numerosas publicaciones internacionales sobre el Trastorno Límite de la Personalidad (TLP) y con su última obra, Alteraciones de la identidad en personas con trastorno límite de la personalidad (Desclée De Brouwer), pretende ayudar a una colaboración entre profesional y paciente.

¿Qué ocurre cuando se padece Trastorno Límite de la Personalidad?

Las personas que padecen Trastorno Límite de la Personalidad (TLP) pueden tener una alta impulsividad y una elevada inestabilidad emocional. También problemas de relaciones y finalmente alteraciones de la identidad, que es el motivo de este último libro. Básicamente tiene que ver con que son personas que sienten un profundo sentimiento de soledad, de vacío, con dificultades para definir proyectos, con dificultades incluso para definir su identidad sexual y, por supuesto, con una elevada autocrítica y juicio sobre sí mismos.

Cualquier persona puede tener alguno de estos síntomas en un momento determinado.

Exacto. Pero hay dos criterios de corte. Por una parte la cronicidad y por otra, la severidad.

¿Hay una base genética o es una cuestión ambiental?

Depende de cada persona. Sin embargo, además de los factores genéticos o ambientales, estaría la variable cultural y esto es casi una visión personal. En la sociedad actual, en la que hemos pasado de un paradigma más rígido, más definido para lo bueno y lo malo, a un paradigma dual donde está más marcada la individualidad, el que cada uno se vaya construyendo, esto a la gente que es más vulnerable de base le supone una pérdida de coordenadas vitales. Y esa pérdida, que es el postmodernismo actual, es sin duda un factor cultural para que actualmente incluso pueda haber más gente con el diagnóstico.

¿Y cómo afectan las redes sociales?

Entran dentro de la lógica del postmodernismo. Es decir, somos una sociedad que en ese sentido intentamos construir un yo social que sea deseable o aceptable socialmente y el envoltorio para movernos en el mundo es el cuerpo, la imagen. Tanto la corporal como la psíquica. En este mundo, las redes sociales acentúan el querer idealizar el ser. No quiero hacer un dibujo del todo negativo porque no sería certero, pero el uso de las redes sociales en personas con baja autoestima o que no tienen construida su identidad es absolutamente peligroso.

En esta sociedad, ¿el TLP todavía es tabú?

A nivel de normalización no está tan integrado como otros diagnósticos y desde luego existe un alto estigma. La propia palabra, límite, asusta. Pero por otro lado hay que decir que la gente con TLP tiene especiales cualidades para muchas profesiones, especialmente las que tienen que ver con el cuidado de los demás y artísticas. Para la intuición, la creatividad, la emocionalidad y la empatía para con los demás. Afortunadamente, empiezan a salir poco a poco del mundo del arte y la música famosos que reconocen que tienen trastorno límite. Muchos de ellos finalmente han hecho público que tienen el diagnóstico, independientemente de que incurran o no en problemas de drogas.

¿Es habitual el consumo de drogas entre estos pacientes?

Sobre un 40% abusan o tienen dependencia de drogas. En principio, no digo siempre, el consumo o abuso de drogas es una suerte de automedicación contra el TLP porque sufren mucho a nivel emocional. Entonces, pueden recurrir por un lado a las medicaciones terapéuticas, que es una opción, pero no se puede negar que incurren en las drogas, bien de manera excluyente o paralelamente para intentar aliviar el sufrimiento. Por lo tanto, acaban teniendo otro problema.

¿Cómo lo sufren los familiares?

El desgaste para la gente más cercana es ostensible. Decir lo contrario sería faltar a la realidad. El amor-odio que pueden sentir los propios pacientes acaban experimentándolo muchas veces los familiares porque vivir con una persona con TLP deja una huella profundísima.

¿El TLP se cura?

Hay un debate entre profesionales y la ciencia. Mi opinión es que si el diagnóstico está bien hecho, el concepto de cura no sería estrictamente lo realista. El paciente tiene que aprender a vivir con el problema, debe conocerse mucho mejor, potenciar las partes sanas de su ser, vigilar y reducir las partes insanas, pero es un diagnóstico a cuidar toda la vida.

Álvaro Frías (Valencia, 1981), es especialista en psicología clínica. Es autor de numerosas publicaciones internacionales sobre el Trastorno Límite de la Personalidad (TLP) y con su última obra, Alteraciones de la identidad en personas con trastorno límite de la personalidad (Desclée De Brouwer), pretende ayudar a una colaboración entre profesional y paciente.

¿Qué ocurre cuando se padece Trastorno Límite de la Personalidad?

Las personas que padecen Trastorno Límite de la Personalidad (TLP) pueden tener una alta impulsividad y una elevada inestabilidad emocional. También problemas de relaciones y finalmente alteraciones de la identidad, que es el motivo de este último libro. Básicamente tiene que ver con que son personas que sienten un profundo sentimiento de soledad, de vacío, con dificultades para definir proyectos, con dificultades incluso para definir su identidad sexual y, por supuesto, con una elevada autocrítica y juicio sobre sí mismos.

Cualquier persona puede tener alguno de estos síntomas en un momento determinado.

Exacto. Pero hay dos criterios de corte. Por una parte la cronicidad y por otra, la severidad.

¿Hay una base genética o es una cuestión ambiental?

Depende de cada persona. Sin embargo, además de los factores genéticos o ambientales, estaría la variable cultural y esto es casi una visión personal. En la sociedad actual, en la que hemos pasado de un paradigma más rígido, más definido para lo bueno y lo malo, a un paradigma dual donde está más marcada la individualidad, el que cada uno se vaya construyendo, esto a la gente que es más vulnerable de base le supone una pérdida de coordenadas vitales. Y esa pérdida, que es el postmodernismo actual es sin duda un factor cultural para que actualmente incluso pueda haber más gente con el diagnóstico.

¿Y cómo afectan las redes sociales?

Entran dentro de la lógica del postmodernismo. Es decir, somos una sociedad que en ese sentido intentamos construir un yo social que sea deseable o aceptable socialmente y el envoltorio para movernos en el mundo es el cuerpo, la imagen. Tanto la corporal como la psíquica. En este mundo, las redes sociales acentúan el querer idealizar el ser. No quiero hacer un dibujo del todo negativo porque no sería certero, pero el uso de las redes sociales en personas con baja autoestima o que no tienen construida su identidad es absolutamente peligroso.

En esta sociedad, ¿el TLP todavía es tabú?

A nivel e normalización no está tan integrado como otros diagnósticos y desde luego existe un alto estigma. La propia palabra, límite, asusta. Pero por otro lado hay que decir que la gente con TLP tiene especiales cualidades para muchas profesiones, especialmente las que tienen que ver con el cuidado de los demás y artísticos. Para la intuición, el arte, la emocionalidad y la empatía para con los demás. Afortunadamente, empiezan a salir poco a poco del mundo del arte y la música famosos que reconocen que tienen trastorno límite. Muchos de ellos finalmente han reconocido que tienen el diagnóstico, independientemente de que incurran o no en problemas de drogas.

¿Es habitual el consumo de drogas entre estos pacientes?

Sobre un 40% abusan o tienen dependencia de drogas. En principio, no digo siempre, el abuso o abuso de drogas es una suerte de automedicación contra el TLP. Porque sufren mucho a nivel emocional. Entonces pueden recurrir por un lado a las medicaciones terapéuticas, que es una opción, pero no se puede negar que incurren en las drogas, bien de manera excluyente o paralelamente para intentar aliviar el sufrimiento. Por lo tanto acaban teniendo otro problema.

¿Cómo lo sufren los familiares?

El desgaste para la gente más cercana es ostensible. Decir lo contrario sería faltar a la realidad. El amor-odio que pueden sentir los propios pacientes acaban experimentándolo muchas veces los propios familiares porque vivir con una persona con TLP deja una huella profundísima.

¿El TLP se cura?

Hay un debate entre profesionales y la ciencia. Mi opinión es que si el diagnóstico está bien hecho, el concepto de cura no sería estrictamente lo realista. El paciente tiene que aprender a vivir con el problema, debe conocerse mucho mejor, potenciar las partes sanas de su ser, vigilar y reducir las partes insanas, pero es un diagnóstico a cuidar toda la vida.

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