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    Cada cinco días se va un médico de Tarragona a trabajar fuera

    75 facultativos dejaron la provincia en 2021. Barcelona y el resto de España arrebatan más talento que el extranjero. Las bajas y jubilaciones crecen un 22% (183) y superan las altas (145)

    03 diciembre 2022 18:13 | Actualizado a 04 diciembre 2022 07:00
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    Cada cinco días un médico de Tarragona hace las maletas y se marcha a trabajar fuera. No se va tanto al extranjero como a otras provincias: Barcelona es la principal competencia territorial para el Camp y el Ebre a la hora de retener talento, pero también cualquier otro punto de España. Y el motivo es el mismo siempre: mejores contratos y condiciones.

    «Puede haber mucho residente del País Valencià o de Aragón, porque están cerca de casa, y luego vuelven. Pero eso no es mayoritario. El verdadero problema es que se marchan a otras provincias, no porque no encuentren trabajo aquí, porque cualquier especialista lo hallará, sino porque las condiciones son mejores. Y eso que en España también están las cosas mal. Pero unos estamos peor que otros», define Manuel Carasol, secretario del Col·legi Oficial de Metges de Tarragona (COMT).

    «Cada año se nos van médicos y eso no va a mejorar, sino al contrario. Y el ritmo de jubilaciones también es cada vez mayor», asume Carasol. Cualquier dato del COMT va en esa misma línea. Las bajas y jubilaciones se han disparado un 22% entre 2017 y 2021, al pasar de 150 a 183 al año. En ese mismo intervalo, las marchas de profesionales a otros lugares han crecido un 31%, al aumentar de 57 a 75.

    Un saldo que se agrava

    Lo más preocupante es cuando se cruzan esas pérdidas con las de los nuevos galenos que ingresan. En 2021 se agravó ese saldo negativo: 183 bajas (sumando ahí jubilaciones o marchas) y solo 145 nuevas incorporaciones de médicos al sistema. De ellos, solo 43 eran especialistas, un desequilibrio que contribuye a este déficit. «Van aumentando el número de plazas MIR en la provincia, pero eso no es suficiente. Ellos, además de que son estudiantes y están en formación, no solucionan el problema, porque no pueden ocupar la plaza de un médico especialista», indica Carasol.

    «No conseguimos retener el talento que formamos aquí. El déficit de médicos se agravará cada año», sostiene Manuel Carasol, secretario del Col·legi Oficial de Metges de Tarragona (COMT)

    A eso se añade otro problema igualmente estructural. De los 3.600 colegiados en Tarragona, si se extraen los jubilados, quedan 2.800 facultativos en activo. De ese total, 690 son extracomunitarios, principalmente sudamericanos, con título de medicina. «De ellos, que tengan un título de especialista homologado, conseguido vía MIR o de otro modo, solo son siete, un 1%. El resto son licenciados en medicina pero solo pueden acceder a un tipo de plaza muy concreto, a urgencias en un CAP, a una consulta privada, pero poco más», aclara Carasol.

    La descompensación aún se percibe mejor si se hace balance del último lustro: 838 bajas y jubilaciones (incluyendo las defunciones) por solo 592 entradas al mercado laboral sanitario tarraconense. Eso sí, los balances desmontan el mito de que muchos médicos se van al extranjero. El flujo existe y aumenta, pero son otros destinos los que rivalizan con el Camp y el Ebre en la pugna por el talento. En los últimos cinco años 365 médicos se han marchado de Tarragona (una media igualmente, como la de 2021, de uno cada cinco días). Solo un 10% se han ido a otro país. El 40% emigra a otro punto de Catalunya, fundamentalmente a Barcelona, y el 50% restante se reparte por el resto de España.

    365 facultativos han abandonado Tarragona entre 2017 y 2021 para ejercer en otro lugar. Es una marcha cada cinco días

    «Porcentualmente los que se van al extranjero pueden llamar la atención, pero no es una cantidad grande de médicos. El foráneo no es el peor porcentaje. Nos preocupa más porque se van a otras comunidades o a Barcelona», indica Carasol. «Tarragona ofrece mucho, a nivel laboral o de modo de vida, pero no es suficiente. Así que en la URV o en los hospitales estamos formando talento que luego se marcha. No estamos logrando que arraigue. Influye el centralismo de Barcelona. Los grandes hospitales de referencia atraen. Quizás aquí tenemos hospitales comarcales en los que a lo mejor no tienen cabida algunos tipos de especialistas», cuenta Carasol, muy preocupado con este problema de demografía médica: «El déficit se agravará cada año. En 2025 llegaremos al pico. Solo ese año se jubilarán 120 (en 2021 fueron 82). No hay médicos ni los habrá».

    Esta ausencia de profesionales repercute en una mayor presión laboral para el resto y en peor servicio, sobre todo de la sanidad pública, de cara el ciudadano. Es también un factor de la huelga de médicos que se ha convocado esta semana para enero. El sindicato Metges de Catalunya denuncia que «cada vez son más los facultativos que buscan trabajo en el extranjero, ya que las condiciones laborales y económicas que se les ofrecen en Catalunya y España no son las óptimas».

    «Despoblación médica»

    La entidad alerta de «despoblación del personal médico» en base a otro indicador. El Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (CGCOM) sostiene que en 2021 se batió el récord de solicitudes de certificados de idoneidad, un documento que sirve para poder trabajar en otros países. Se expidieron 4.130 acreditaciones, el 28% de ellas en Catalunya (1.163). En Tarragona fueron 48, si bien luego se acabaron marchando solo 10 médicos.

    En cualquier caso, las fugas son habituales en toda la sanidad, también en la enfermería. Lo reconoce Núria Illamola, vicepresidenta del Col·legi Oficial d’Infermeres i Infermers de Tarragona (Codita), que apunta a una tendencia que no ha empezado ahora: «Esto viene desde los años 90. Se acentuó a partir de la crisis de 2008 porque no había contrataciones. Ahora sí las hay, existe demanda, pero no se ha hecho nada para mejorar la situación de la enfermería».

    Triplicar el salario

    Para Illamola, «fuera hay más estabilidad, mejores condiciones para desarrollarse y sueldos más altos». Sostiene que el salario base de una enfermera en España es de 1.000 euros, máximo de 1.600 trabajando fines de semana y festivos. «Una enfermera en el Reino Unido cobra tres veces más y en los países nórdicos cuatro», apunta la representante de Codita.

    «En otros países hay más estabilidad, mejores condiciones para desarrollarse y sueldos más altos», denuncia Núria Illamola, vicepresidenta de Codita

    En ocasiones, la diferencia va más allá de lo económico. «Lo que motiva la emigración no son solo los sueldos, sino la precariedad. En Alemania, por ejemplo, hay más perspectiva de mejora, se sienten más valoradas, se les respeta más la conciliación y las propias organizaciones forman a las enfermeras para que no se vayan».

    A todo esto, la Covid-19 ha terminado de dar la puntilla. «La pandemia ha dejado a los sanitarios con un nivel de ansiedad medio-alto y con signos de depresión. Entonces, se buscan alternativas para estar mejor, porque ha llegado un momento en el que el profesional recibe todas las frustraciones de la población y eso es una presión añadida», zanja Illamola.

    Talento de la URV a Inglaterra y de vuelta... a Barcelona

    «Tenía más oportunidades si me iba a un hospital de Barcelona que si me quedaba en Tarragona. Aunque cosas como el alquiler puedan ser más caras, me compensa trabajar aquí, tengo calidad de vida», reconoce Esther Pallarés, una enfermera tarraconense de 27 años cuyo caso resume bien el lamento de la sanidad por la falta de efectivos y el talento en fuga. Se graduó en la URV, trabajó en Tarragona pero «los contratos no daban ninguna estabilidad», emigró a Inglaterra, donde ejerció en dos hospitales, y ahora ha regresado.

    Sin embargo, no ha vuelto a su ciudad natal, ni siquiera a la provincia. Lo ha hecho a Barcelona. Trabaja en Vall d’Hebron. Primero estuvo abordando la Covid-19 y ahora en el servicio de hematología y oncología. «Aquí soy interina y siento que he conseguido una estabilidad de forma más rápida que si estuviera en Tarragona. De momento no me planteo volver, estoy contenta, aunque no esté en casa. Siento que me estoy desarrollando profesionalmente», explica.

    Unas mejores condiciones

    Esther, que se graduó en 2017 en Tarragona, supo pronto que tendría que emigrar para poder prosperar: «Ahora, al volver a Catalunya, he podido acceder a unas mejores condiciones que las que tenía antes de marcharme».

    $!Esther Pallarés (27 años) trabaja en Vall d’Hebron. Foto: DT

    En Inglaterra estuvo en dos hospitales, donde además recibió todo el impacto de la pandemia sobre el sistema sanitario. «Estando fuera he ganado en experiencia. Me ha dado muchas oportunidades y he tenido muchas facilidades para seguir formándome. Por ejemplo, al empezar en Vall d’Hebron, me he sabido adaptar más rápido a las nuevas situaciones», comenta.

    «Al volver a Catalunya, vi que tendría más oportunidades en Barcelona», dice Esther Pallarés, enfermera

    Hace dos años decidió regresar debido a la pandemia. «Había cierres constantes que me impedían viajar para ver a mi familia, tenía que hacer cuarentenas al volver y se hacía muy incómodo, así que decidí darle otra oportunidad a volver a casa».

    Atrás dejaba «un sueldo mayor, no el doble ni el triple, como se dice a veces, porque eso es si estás en la privada y yo he estado siempre en el sistema público, pero sí unas mejores condiciones». El Reino Unido ha sido un destino habitual durante la última década para las enfermeras que salían de la Rovira i Virgili y buscaban empezar su carrera.

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