Catalunya despertaba ayer con la trágica noticia del fallecimiento de tres personas a causa de un incendio en una nave abandonada del barrio del Gorg de Badalona. En su interior vivían unas 200 personas, en su mayoría subsaharianos que se intentaban ganar la vida con la recogida de chatarra y con el top manta. Su situación era extremadamente precaria y ni siquiera tenían papeles. Algunos de ellos no pudieron escapar del fuego y acabaron muriendo. Todo esto ocurría tan solo a poco más de cien kilómetros de nuestra casa. Son muchas las ciudades que sufren una problemática parecida. Tarragona no se libra y también cuenta con una nave industrial abandonada en la que viven personas sin hogar.
Está situada en el Passeig de la Independència, justo al lado del parking disuasorio de un euro. Los vecinos explican que hace muchos años que vive gente allí. En la mayoría de casos, son personas de nacionalidad extranjera y que no tienen hogar. «No siempre son los mismos. Llegan, pasan unos días, y luego se van. Al cabo de unas semanas, llegan otros. Y así llevamos años y años», explica Toni Rueda, un vecino del Passeig de la Independència.
Para entrar en la nave, primero hay que saltar una especie de valla metálica. Tras caminar quince metros por una zona de hierbajos, se llega a la nave industrial, que está dividida en dos espacios. Se trata de un antiguo taller de coches, donde se hacía compra y venta de vehículos y piezas. Está totalmente abandonada y, por el momento, se desconoce quién es el propietario.
La nave industrial tiene dos plantas. En el primer piso hay montado una especie de comedor, con una nevera que hace de mesa, sillas e incluso un sofá. En la segunda planta están las habitaciones, llenas de colchones y mantas. También cuentan con una despensa de lo más ordenada con los alimentos básicos. Por la noche, los habitantes ponen en marcha un foco que les alumbra. De esta manera, evitan utilizar velas para no provocar incendios. Tienen la luz pinchada. Cabe recordar que esta nave ya ha sido escenario de varios incendios, provocados en la mayoría de casos por hogueras.
En la actualidad, viven en la nave cinco personas. Una de ellas es Mariana Bucur, una chica de 42 años, nacida en Rumania. Lleva solamente tres meses en el lugar. «Por temas personales que no quiero recordar, me he encontrado sin un techo donde cobijarme. No me gusta estar aquí, se pasa frío y miedo, pero no tengo nada más», explica Bucur, quien reclama a las administraciones que le ayuden a encontrar una vivienda digna.
Viven de la chatarra y de «trabajitos que les salen por allí», dice Bucur. Los vecinos ven como, casi cada día, se desplazan unos metros hasta la fuente que hay cerca de la calle de Torres Jordi. «Van con garrafas para llenarlas de agua o, por la mañana, a lavarse la cara», explica Cristina Martínez, miembro de la Associació de Veïns de Residencial Palau-Torres Jordi, quien añade que «no es que nos afecte, pero no es agradable encontrarse a gente bebida en medio de la calle». Martínez asegura que no se trata de personas conflictivas, «pero igualmente, los vecinos intentamos no pasar por esa zona».
La asociación de vecinos ha trasladado la problemática al actual equipo de gobierno, aunque éste asegura no tener conocimiento del asunto. Según fuentes municipales, ni la Guàrdia Urbana ni Serveis Socials saben nada. Los vecinos tienen la esperanza de que, con la construcción del nuevo edificio Kronos –ubicado en frente de la nave industrial–, se dignifique el entorno.