La negociación del presupuesto municipal del próximo año será más decisiva que nunca. Esta semana, el alcalde de Tarragona –Rubén Viñuales (PSC)– ha denunciado la «mala situación económica» por la que atraviesan las arcas municipales y, de hecho, al final del pleno de ayer anunció a los grupos de la oposición que «en los próximos días» convocará a los partidos para detallar los números «y hacer una proyección de cara a 2024». Sin ir más lejos, la sesión de ayer acordó una aportación de 500.000 euros para compensar el déficit de la Empresa Municipal de Transports (EMT).
Además, y a diferencia de la época precovid, en esta ocasión la concreción y definición de las partidas será más importante que nunca, ya que de cara al próximo ejercicio la Unión Europea ha decidido volver a activar las reglas fiscales para controlar el gasto y el endeudamiento de las administraciones públicas. ¿Cómo se traduce esto a la Plaça de la Font y al resto de ayuntamientos? Pues que la paga extra y el colchón económico que a mediados de año suponía la incorporación de dinero sobrante del año anterior ya no será posible.
El 69%, para el día a día
Hasta 2020, tras cada 31 de diciembre el remanente de tesorería –el dinero disponible– se debía destinar exclusivamente para amortizar la deuda con los bancos. Sin embargo, a raíz de la pandemia del coronavirus de hace tres años, y posteriormente con la inflación disparada tras la invasión rusa de Ucrania, la UE decidió que el superávit se podía habilitar al presupuesto del año siguiente como gasto corriente, es decir, para los pagos del día a día y no solo para rebajar pasivo.
¿Cómo se trasladó esto en Tarragona? Entre 2020 y 2023, la administración entonces presidida por el alcalde Pau Ricomà (ERC) registró un superávit global de 29,6 millones de euros (6,9 en 2020; 10,9 en 2021; 5,4 en 2022; y 6,4 este 2023). De todo este dinero, un 69% (20,6 millones) se pudo usar a mediados de año para gasto corriente o, lo que es lo mismo, para subvenciones a clubes y entidades culturales, deportivas, sociales o vecinales, fiestas mayores o servicios ordinarios como el de la basura. Por contra, en cuatro ejercicios se ha destinado un 31% del superávit –8,7 millones– para reducir una deuda que, según recordó ayer el exconcejal de Serveis Generals –Jordi Fortuny (ERC)–, a finales de este año se situará «en una ratio del 80%», lo que se traduce que estará al borde de poder situarse dentro del límite legal, después de que «en la época del gobierno soclista se incrementara en 40 millones y nosotros la bajamos en 24».
Así, en 2020 se destinó el 100% del sobrante para cubrir gastos por la covid, mientras que en 2021 se usaron 4,8 para el día a día –un 44%–, por la totalidad de 2022 y 3,5 de este 2023, lo que significó un 55% del remanente.
Crédito de 10 millones
La posibilidad, pues, de poder reservar un dinero para el año siguiente suponía un colchón y rebajaba la tensión de la negociación del presupuesto de cada otoño para las previsiones del año siguiente. Así, durante los últimos años estas conversaciones se dividían en dos fases, de forma que se dejaba una parte para complementar los números durante la siguiente primavera.
Este año, sin embargo, se volverá a la situación de antes de la covid, cuando será en este tramo final de año el momento de definir toda la estructura de las cuentas. Sobre ello, Fortuny recuerda que este último año «ya se bajó mucho el superávit que destinamos a corriente como medida preventiva para 2024».
Ayer, tras la aprobar por amplia mayoría la concertación de un crédito de 10 millones para destinarlos a inversiones, Viñuales abrió la puerta a los partidos para «iniciar un proceso de diálogo y satisfacer a todos los grupos» de cara a poder cerrar un acuerdo para las cuentas de 2024. Para ello, el PSC necesitará como mínimo el apoyo de dos de estos tres partidos: ECP PP y Junts, ya que parece inviable que ERC o Vox avalen los números. Con todo este contexto, y con la novedad de que en esta ocasión no servirá el comodín del remanente, las próximas semanas serán decisivas para definir si el PSC tendrá presupuesto o si, en cambio, sufrirá el primer serio revés del mandato.