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Juanillo Otón, dos años sobre la moto: «El mundo es un buen lugar»

El tarraconense se montó en su moto para dar la vuelta al mundo el día después de cumplir 40. Mañana domingo vuelve a la ciudad. Esta es su historia

06 abril 2024 11:48 | Actualizado a 06 abril 2024 18:00
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Mañana, cuando Juanillo Otón (sí, en el DNI figura como Juanillo) llegue a Tarragona, habrá completado dos años de viaje en moto que le han llevado a recorrer 59 países. Su resumen de todo lo vivido no podía ser más elocuente: «El mundo es un buen lugar, la gente es buena».

Su aventura comenzó el 26 de marzo de 2022, justo al día siguiente de cumplir los 40 años. Era un sueño contemplado durante años «de trabajar de lunes a domingo, porque ni soy rico ni me ha tocado la lotería». Aunque si hay que entender cómo un trabajador común puede ausentarse durante dos años de su vida, responde contundente que «todo el mérito es de mi mujer, que se ha quedado al pie del cañón». Ella, de hecho, renunció a su trabajo para hacerse cargo del negocio familiar de colchones.

Juanillo nos lo cuenta desde una cafetería en Erfoud, Marruecos. Después de una aventura mayoritariamente en solitario, su familia al completo –su mujer e hija, su hermana con su cuñado y sus sobrinos y sus padres– han ido por sorpresa a acompañarle en la última parte del trayecto.

Mañana domingo será recibido a las 12 del mediodía en el Ayuntamiento de Tarragona. Por el camino se irán sumando más de 40 motoristas, además de representantes de la asociación Si jo puc, tu també #epilep. Y es que como Juanillo quería que su aventura tuviera una vertiente solidaria, aprovechó para dar visibilidad a la entidad tarraconense que trabaja por las personas con epilepsia y sus familias. Además se abrió una página de micromecenazgo para recaudar fondos para la investigación de la enfermedad: www.migranodearena.org/reto/km-solidarios-para-la-epilepsia.

Habituarse a lo extraordinario

El recorrido de Juanillo fue así: España, Francia, Mónaco, Italia, Austria, Eslovenia, Croacia, Bosnia, Montenegro, Kosovo, Albania, Macedonia, Serbia, Grecia, Turquía, Irán, Pakistán, India, Nepal, Malasia, Tailandia, Camboya, Laos, Vietnam, Singapur, Filipinas, Indonesia, Australia, Republica Dominicana, Uruguay, Chile, Argentina, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guatemala, México, Estados Unidos, Canadá, Alaska, Sudáfrica, Namibia, Angola, Congo Brazzaville, Camerún, Nigeria, Benín, Togo, Ghana, Costa de Marfil, Guinea Conakry, Senegal, Mauritania, Marruecos y vuelta a España.

En el viaje de dos años solo hay un hueco de cuatro meses cuando estaba camino de Alaska. En ese momento las temperaturas se desplomaron a -27º, así que resultaba imposible seguir. Dejó la moto guardada con una familia que conoció y regresó a casa. «No quería que cuando mirara el mapa me faltara ese cachito», explica. Además le vino bien para volver a ser consciente de todo lo que estaba viviendo, «porque te acostumbras a lo extraordinario y se te olvida que es algo que solo vas a ver una vez en la vida».

Paisajes para enmarcar tiene más de uno. Le impresionó especialmente Angkor Wat, en Camboya, un complejo de templos, o el infinito desierto de Outback en Asutralia, donde podía pasar horas sin cruzarse con un alma.

Pero está especialmente enamorado de África, porque esta última parte no está siendo como muchos la pintan. «Me da mucha rabia que hay influencers que han vendido sus viajes en moto y entonces los ves todo el rato por pistas de tierra y que se los están comiendo los leones... Yo como me pago mi viaje puedo decir la verdad, y es que he viajado la mayor parte del tiempo por caminos asfaltados... Y los leones, si quieres verlos, tienes que ir a un parque».

Salud de hierro

Cuenta Juanillo que una de las cosas que ha aprendido durante el viaje es a cuidar de su salud. «Hasta los dientes me cepillo con agua envasada», dice. Solo dos veces ha estado realmente enfermo. La primera fue después de recorrer la frontera entre Irán y Pakistán. Fueron casi 1.000 kilómetros escoltado por los Levies, grupos paramilitares pagados por el gobierno de Pakistán porque se trata de una zona dominada por los talibanes.

A lo penoso del camino se sumó que era Ramadán, así que quienes se iban turnando para acompañarle no paraban ni a comer ni a beber. «Y el agua que llevaba se ponía a 45 grados y era imbebible. Perdí 20 kilos».

La otra vez fue en República Dominicana, con un pescado. «Es lo que tiene comer en tanto puesto callejero. Yo también llevaba mi hornillo y he comido en casa de mucha gente que me ha invitado».

Juanillo viaja con su tienda de campaña para dormir en cualquier sitio, pero son innumerables las veces que ha terminado durmiendo en casa de gente que acaba de conocer. «Soy muy confiado y creo que por eso me han pasado cosas muy buenas», señala. La seguridad, asegura, no ha sido un problema.

En algunas ocasiones se sumaron al viaje su mujer y su hija y algunos amigos, aunque el que más veces se fue al punto del planeta donde se encontrara para acompañarle fue su primo Gervasio. Terminó por apodarlo el ‘Primo Gilito’ (como el millonario Tío Gilito del Pato Donald) porque esos días dormían en hotel y comían de restaurante.

Un millón de amigos

Pero si algo se lleva del viaje, explica, son los amigos que ha hecho por el camino. Muchos de los inconvenientes del viaje los ha solucionado gracias a ellos. A algunos se los encontró por el camino y otros supieron de él por sus redes sociales. Recuerda el caso de un chico de Ghana que vive en Tarragona a quien no conoce personalmente. Se puso en contacto con él para decirle que su hermano le estaría esperando al llegar a su país. Y así fue, le buscó, le invitó a su casa y como sabía que tenía que cambiar una rueda se encontró con una que estaba pagada desde Tarragona. Y como esa tiene muchas historias similares. «Esto es lo mágico de lo que he vivido».

«He llegado a sitios donde no conocía a nadie y he hecho amigos de verdad. Ese es el mejor regalo»

También le ayudaron desde Tarragona y de manera desinteresada con material para la moto sus amigos de FOLCH Endurance de Reus. No es fácil llevar la cuenta de cuánta gente conoció en cada sitio, pero dice que en diciembre se puso a felicitar las navidades y no acababa. Muchos siguen en contacto con él.

Entre esos amigos tiene un recuerdo especial para su amigo Luca Falcón, un motero italiano con quien se cruzó en Camerún, aunque él iba dirección Suráfrica y Juanillo regresaba a España. «Hace unas semanas mis amigos de Angola del club de motos lo estaban esperando para recibirlo igual que a mí, ya que yo los había puesto en contacto. Ese mismo día me avisaban mis amigos angoleños de que Luca había fallecido en un accidente frontal contra un camión».

Relata que fueron días muy duros que le hicieron remover emociones porque poco antes había perdido a otro buen amigo, Carles Falcón, en el Dakar.

Cuando le preguntamos cómo se readaptará a vivir de nuevo en Tarragona, asegura que «a mí me gusta mi vida y mi familia y tengo los pies sobre la tierra. Mi hija quiere estudiar veterinaria y ya sabemos lo que toca, seguir trabajando».

Las cifras del viaje según Juanillo:

610 Días

6000 litros gasolina

108.000 km

59 Países

7 neumáticos traseros

5 neumáticos delante

6 pinchazos

3 kits de arrastre

1 Embrague

1 bomba de gasolina

33 litros aceite motor

11 filtros aceite

7 juegos de pastillas de freno

8 bujías

1 amortiguador trasero

4 retenes de horquilla

2 cojinetes de horquilla

4 cojinetes de rueda

Millones de amigos

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