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Magí Seritjol: «La gente normal somos los que hacemos la historia»

La plebe centrará esta edición de Tarraco Viva, coincidiendo con la celebración del 25 aniversario de la declaración como conjunto arqueológico Patrimonio de la Humanidad por parte de la Unesco

10 mayo 2025 19:04 | Actualizado a 11 mayo 2025 07:00
Se lee en 3 minutos
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La vigésimo séptima edición del festival de recreación histórica Tarraco Viva levantará el telón este lunes, sumergiendo la ciudad en uno de sus momentos más esplendorosos. Su director, Magí Seritjol, habla sobre la importancia de conocer el pasado para comprender el futuro y la importancia de la historia para hacernos reflexionar.

Tarraco Viva girará alrededor de la plebe. ¿Por qué ponemos el foco en la gente, en estas personas anónimas?

El eje de la campaña de los 25 años como Patrimonio de la Humanidad es la ciudadanía. El patrimonio es de la gente y lo hacen las personas; por tanto, ponemos el foco en la ciudadanía, y el festival también ha querido seguir la misma línea. En este hablaremos de nosotros hace 2.000 años. La gente normal, que no tiene una historia, a dónde vivía y qué hacía.

¿Qué han encontrado?

Una sorpresa enorme, porque la idea que tenemos de la plebe está muy marcada por los autores clásicos, que todos eran de la elite, y que hablaban todos mal del pueblo porque creían que todos eran unos vagos, ociosos y violentos.

Cicerón tenía una enorme aversión hacia la plebe.

Sí, él se considera de la elite y la aristocracia todo lo hacía bien, mientras que la plebe no. Todo esto ha pasado a los historiadores de la época moderna y contemporánea y esta imagen ha crecido todavía más. Después viene el cine y lo que vemos es gente en el anfiteatro pidiendo sangre. El panorama es desolador.

¿Qué habéis hecho para romper esa imagen?

Hemos ido a los historiadores que han abordado el tema en las últimas décadas, que han querido ver qué hay de real de todo esto. Lo que se han encontrado es una plebe combativa, políticamente muy activa, que durante 500 años defendió la República. Decir que eran unos vagos cuando Europa tiene 67 años es un poco falso. Las luchas fueron constantes. Plantaron cara al Senado y consiguieron leyes que ampliaban los derechos de la ciudadanía. Todo esto ha quedado oculto.

¿Cómo vivía esta plebe?

La plebe no era una entidad única. El mundo romano es muy jerárquico y clasista, y dentro de la no elite no todos eran iguales. Un ciudadano romano no era lo mismo que un liberto. Si la sociedad era clasista, la plebe también lo era. Cuando se propuso ampliar la ciudadanía a los habitantes del norte de Italia, los ciudadanos de Roma dijeron que ni hablar. Además, esta plebe participó en las conquistas de Roma y también se benefició y se vio perjudicada.

¿Qué paralelismos encontramos con la actualidad?

Básicamente, uno que es que los que han conseguido un estatus no quieren perderlo y actúan de tapón respecto a los recién llegados, que es lo que está pasando.

¿Qué hemos conservado?

Una cosa muy importante como son los derechos colectivos, es decir, la lucha por el bien común. Las luchas populares para ganar derechos, que las leyes se publicaran, la ampliación de derechos individuales y colectivos, además de la idea del bien común. De aquí nacieron pensamientos filosóficos que sentaron las bases de la Ilustración. La división de poderes no cae del cielo. Sin las luchas populares, no estaríamos hablando de esto.

Esta vigésima séptima edición del festival coincide con los 25 años de la declaración de Patrimonio de la Humanidad por parte de la Unesco. ¿Será una Tarraco Viva especial?

Especial en el sentido de para quién es la historia y la respuesta es para todo el mundo y sobre todo para los que no tienen historia. Este año hablaremos de la gente sin historia porque nosotros, la gente corriente, no salimos en los libros pero hacemos historia y somos los protagonistas. La plebe de Roma creó la historia. Lo mismo debe pasar con la ciudadanía actual. Tenemos que ser activos a nivel político, creando nuestra propia historia. Yo soy chusma. Clase baja, trabajadora. Me toca la pera que tan solo hayan los grandes discursos de los dirigentes, cuando la gente normal somos los que hacemos la historia. Julio César conquistó las Galias, pero ¿lo hizo solo? ¿No llevaba ni siquiera a un cocinero?

Es clave para que la gente sienta este patrimonio como suyo.

Claro, porque después, si tú le dices a la gente cómo eras tú hace 2.000 años es mucho más atractivo, porque es más empático. Que la gente vea que había problemas de vivienda o de comida nos ayuda a relativizar las cosas, mientras contribuye a ver qué es importante reivindicarlas.

En estos 27 años de trayectoria del festival ha cambiado mucho la forma de explicar la historia.

Para comprender el pasado, debemos imaginárnoslo, y para ello, necesitas alguna recreación visual. Leyendo conoces cosas, pero no te las imaginas. Para ello, este año tenemos una muestra de ilustradores que queremos que nos hagan pensar. La plebe tenía una política propia. Tenía sus fiestas, sus líderes y sus formaciones políticas, en un mundo en el que era difícil sobrevivir.

¿Cómo se puede seguir innovando para explicar la historia?

Creo que la innovación es más conceptual que no tecnológica. Lo importante de la divulgación no es la tecnología, sino por qué divulgamos. ¿Es entretenimiento o tiene otro valor? Tiene un valor de reflexión personal, de defensa del bien común y nos da antecedentes de hacia dónde queremos ir.

¿Se han asumido los objetivos de esta declaración universal por parte de la ciudad?

Se han asumido algunos. Es evidente que no estamos igual que hace 25 años. Existe una sensibilidad en torno de la conservación y la divulgación, pero todavía hay mucho margen de mejora.

¿En qué campos?

El de la divulgación sería uno. La idea de Tarraco Viva no era que fuese un espacio central, sino una chispa. Esto debería ser más permanente, lo que no significa que el festival dure todo el año, porque no puede ser. Pero debería darnos el espíritu de seguir con grandes exposiciones, programas educativos y nuevas experiencias alrededor del patrimonio. Tenemos campo por crecer en el ámbito de la divulgación, que es enorme. Tenemos el mundo medieval, que es una pasada, también la época moderna, la dieta mediterránea, los castells, el arte rupestre, la piedra seca... Hay mucho margen para crecer.

¿Qué ambición debería tener el festival?

El festival debe crecer en profundidad de reflexión, ir un poco más allá y no conformarnos con lo más fácil. Al final, la historia nos puede hacer pensar muchísimo.

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