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    De Montana a Tarragona, así es la acogida a los alumnos extranjeros en la URV

    Este curso el 8% de los estudiantes de grado son internacionales. Bianca, norteamericana, dice que «me sorprende lo amable que puede llegar a ser la gente en esta ciudad»

    04 noviembre 2023 19:57 | Actualizado a 05 noviembre 2023 07:00
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    «Soy de Bozeman, una ciudad pequeña de Montana (EEUU), y buscaba algo similar porque creo que en las ciudades pequeñas hay un sentido de comunidad más fuerte... Además, cuando fui a conocer Barcelona mucha gente al escuchar mi acento enseguida me hablaba en inglés, que es justo lo que yo no quería. En cambio aquí en Tarragona esto me pasa menos».

    Así argumenta Bianca Everts algunos de los motivos que la llevaron a matricularse este curso en la Universitat Rovira i Virgili. Estudiante de Bellas Artes en la universidad estatal de Montana, estará aquí durante un año cursando asignaturas de historia y literatura y aprendiendo el idioma. Antes de venir ya le habían ofrecido en su facultad información sobre la universidad tarraconense, pero también sobre Madrid, Barcelona o Sevilla.

    El caso de Bianca no es excepcional. Este es el año en que hay más alumnos matriculados en la URV desde su fundación: 12.664 estudiantes de grado (el 2,6% más que hace un año). Entre los 3.437 que entran este año 279 (el 8%) son, como Bianca, estudiantes internacionales (un 1% más que el curso pasado). Además hay un 17% de los alumnos que comienzan la carrera procedentes de otras partes de Catalunya y un 12 % del resto del Estado.

    Tres de cada diez alumnos que comienzan un máster este año son internacionales

    En el caso de los 2.171 alumnos que comienzan un máster el número de extranjeros es aún más numeroso; allí representan el 32%. De hecho superan en número a los alumnos de la demarcación de Tarragona.

    Por continente de procedencia, el 43% son de América, el 25% de Europa, el 20% de Asia y el 11% de África.

    El reto de la acogida

    El creciente número de alumnos que no conoce la universidad y su entorno, ha obligado a ir afinando en la acogida que se les ofrece, tal como explica Montserrat Pinent, vicerrectora de Projectes Docents i Estudiants.

    En el caso de los extranjeros, cuando todavía están en sus países de origen, se les hace una acogida on-line para orientarlos respecto a sus necesidades. Una vez aquí cuentan con un programa presencial de tres días organizado por el Centro Internacional en los que se les hace un tour por los diferentes campus, bibliotecas y demás servicios que pueden necesitar. También se les explica el funcionamiento básico de la universidad y las organizaciones existentes como la colla castellera de los Pataquers.

    El servicio lingüístico también se ocupa de realizar algunas actividades para ayudarles a entender el contexto cultural catalán y organiza reuniones más distendidas para que se conozcan entre ellos.

    La universidad cuenta, además, con el programa ‘Mentor’ en el que alumnos locales hacen, como su nombre lo indica, de mentores de alumnos internacionales en una actividad que se les valora con créditos académicos. Cada mentor puede tener hasta cinco mentorados y les ayuda en temas diversos como acompañarles a hacer trámites (vivienda, tarjeta sanitaria...) y demás aspectos de la vida cotidiana como dónde comprar los productos de alimentación que le interesan.

    Relata Pinent que hay algunos estudios en los que el número de alumnos internacionales es especialmente numeroso, como el grado de química en inglés o un máster de nutrición y metabolismo al que vienen muchos alumnos latinoamericanos.

    Muestras de amabilidad

    Pero Bianca, además de los esfuerzos que ha hecho la universidad desde que llegó en septiembre, valora especialmente la acogida que ha tenido en la ciudad y pone un ejemplo. Cuenta que hace unos días se hizo daño en el tobillo y tuvo que estar cinco días en casa, lo que la hizo ponerse nostálgica y extrañar mucho a su familia. La primera vez que salió a la calle apenas podía andar. «Cuando bajé al bar al que voy cada mañana el chico me dijo que así no podía ir a clases. Me dio un café, cerró el negocio y se fue a comprar unas muletas para mí... Me sorprende lo amable que puede llegar a ser la gente aquí», apunta.

    En el programa Mentor los alumnos locales se encargan de acompañar a estudiantes extranjeros

    Bianca estudia castellano desde la secundaria, pero sentía que era necesaria una inmersión total para poder conseguir el nivel que quería (valga decir que la entrevista, salvo alguna palabra, ha sido íntegramente en castellano). Para poder venir a estudiar aquí ha pedido un préstamo estatal. Hasta ahora ha estado pagando su carrera con lo que gana trabajando «siempre he trabajado y estudiado; es la primera vez en mucho tiempo que solo estudio», cuenta.

    Sueña con dedicarse a la escultura y abrir un café en su pueblo donde los artistas locales puedan exponer sus obras. Cree, eso sí, que no olvidará este año en Tarragona. «En Montana no hay playa», remata sonriente.

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