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    Parches para una AP-7 saturada

    Infraestructuras. El colapso de la autopista nos recuerda cada día que este es el peaje de la falta de inversiones sufrida durante muchos años. La solución no es a corto plazo y nadie se plantea reforzar los servicios ferroviarios

    21 junio 2022 20:03 | Actualizado a 22 junio 2022 07:00
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    Las colas y accidentes en la AP-7 van camino de convertirse en el pan de cada día de este verano. Este fin de semana nos espera una nueva prueba de fuego: el puente de Sant Joan, cuando miles de vehículos volverán a salir del área metropolitana de Barcelona para dirigirse a los principales destinos de costa del país. Paciencia, es lo único que se me ocurre decirles a los miles de conductores que saldrán con la coca y los petardos dispuestos a disfrutar de la verbena. Y es que las medidas que se han anunciado hasta el momento tan solo son parches para una infraestructura saturada, que no da más de sí.

    Desde que el 1 de septiembre de 2021 se levantaron las barreras de peaje desde Vila-seca a la frontera francesa se ha producido un incremento de tráfico de alrededor del 40% en los principales tramos. Los 700 kilómetros de la AP-7 que unen La Jonquera y Alicante van camino de convertirse en la autopista ‘gratuita’ más colapsada, peligrosa y caótica del viejo continente. Y es que ahora mismo es la carretera de la demarcación con más víctimas mortales en lo que va de año.

    El levantamiento de peajes en esta espina dorsal mediterránea se ha llevado a cabo en dos fases. La primera, en dirección sur, se inició el 1 de enero de 2020, para completarse veinte meses más tarde. En un primer momento la reducción de los desplazamientos a causa de la pandemia ocultó el problema. Sin embargo, lo que ha pasado en los últimos meses es la crónica de una muerte anunciada que todo el mundo, menos la administración, anticipaba desde hace tiempo. Y es que claro, no podía saberse. No se sabía desde hace muchos años que esta concesión vencía y que esto comportaría cambios en los hábitos de una población que durante muchos años se ha sentido agraviada respecto a otros territorios. Con la ‘gratuidad’ de la autopista todo el mundo se ha lanzado a la carretera, lo que demuestra la falta de previsión y de visión estratégica de unos dirigentes a los que planificar les genera sarpullidos y que siempre van por detrás de «los problemas reales de la ciudadanía».

    Si en su momento se hubieran hecho los deberes desde Tarragona, ya saldrían trenes con ancho internacional hacia el centro de Europa y habría menos camiones

    Ahora sí. En un intento de luchar contra lo que se nos viene encima, el Govern ha anunciado carriles adicionales, restricciones a la circulación de camiones, reducciones de velocidad e incluso se plantea levantar barreras como en la C-32 para aliviar el flujo de vehículos, cosa que todos sabemos que no pasará. Pero no nos engañemos, todos estas medidas acaban de confirmar lo que debería empezarse a asimilar de una vez por todas: la AP-7 ya no es una autopista, entendiendo como tal una vía rápida, segura y con unas buenas condiciones de conservación y mantenimiento.

    Lo más fácil es culpar a los camiones y atribuirles todos los problemas habidos y por haber, pero no olvidemos que en su momento se les obligó a pasar por las vías de peaje y que cuando pueden elegir entre ir por la nacional y la autopista, todavía se establece que deben ir por las segundas. No, los camiones no son los culpables. Tampoco los domingueros. El origen del problema es la falta de planificación y de inversiones en materia de infraestructuras, que tiene unas consecuencias nefastas para la competitividad de este territorio y de sus principales sectores económicos.

    Todavía no se ha escuchado ninguna propuesta para reforzar los servicios ferroviarios del corredor litoral

    Si en su momento se hubieran hecho los deberes desde Tarragona ya saldrían trenes con ancho internacional hacia el centro de Europa. Esto sí descongestionaría la autopista de un importante volumen de camiones, teniendo en cuenta que cada día más de 11.000 vehículos pesados cruzan la frontera a través de esta vía. Mientras en los países vecinos ya se habla de las autopistas ferroviarias, aquí el transporte ferroviario de mercancías no alcanza el 4% de la cuota modal. Una cifra irrisoria, teniendo en cuenta que la Comisión Europea establece llegar al 30% en 2030.

    Aquí todo está por hacer y aunque se está trabajando en este Corredor del Mediterrani, la saturación de la autopista nos recuerda cada día que este es el peaje de la falta de inversiones sufrida durante muchos años.

    En su momento esta conexión a través del tercer carril estaba prevista para 2015, ahora se apunta a que podría ser el año que viene o probablemente ya para 2024. Y creo que ahora mismo todos firmaríamos con los ojos cerrados tener para este mismo año un servicio de Regionales y Cercanías fiable y competitivo, que permitiera confiar en el transporte público como una alternativa viable en detrimento del coche.

    La solución a los colapsos de la AP-7 no llegará a corto plazo. Sin embargo, mientras se han diseñado carriles adicionales, se está intentando apartar a los camiones y se plantea reducir los límites de velocidad, no se ha escuchado ninguna propuesta que hable de reforzar los servicios ferroviarios de todo este corredor litoral, durante los domingos y festivos, y que sus usuarios no tengan que ir de pie durante todo el trayecto. Quizás la AP-7 no es el problema.

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