Tarragona acabará el año con récord de muertes y la inmigración por los suelos

El INE mide el golpe demográfico del virus en la provincia. Este será el año con más fallecidos desde la Guerra Civil. La llegada de inmigrantes cae un 70% y no se recuperará hasta 2027

29 septiembre 2020 20:05 | Actualizado a 30 septiembre 2020 11:29
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Récord de fallecimientos, hundimiento de la inmigración, pérdida puntual de la esperanza de vida y ligero descenso de la natalidad, en la línea de retroceso de los últimos años. Es la radiografía demográfica que dejará en Tarragona este 2020, el año de la pandemia y su brutal impacto a varios niveles. Las previsiones del INE en su informe ‘Proyecciones de Población 2020-2070’ tienen en cuenta la honda huella del SARS-CoV-2, si bien a medio plazo estos informes son relativamente optimistas y apuntan a una recuperación a partir de 2021. 

«A la incertidumbre que habitualmente rodea unas proyecciones de población se le suma esta vez el impacto de la Covid-19, que obliga a un replanteamiento de algunas de las hipótesis de evolución futura. En concreto, para estas proyecciones se ha tenido en cuenta la sobremortalidad observada hasta el mes de julio de 2020, así como la disminución experimentada en los últimos meses en la inmigración y en la emigración», explica el INE. 

Una anomalía concentrada

El SARS-CoV-2 también ha sido un terremoto para los indicadores demográficos, que se podrían recuperar en el caso de que en 2021 se alcanzara una solución sanitaria. Este año habrá 7.419 fallecidos en la provincia, por los 7.014 del año anterior; una cifra que constituye todo un récord histórico y que muestra la anomalía de la pandemia en estos indicadores. Hay que retroceder a 1938, en plena Guerra Civil, para ver un dato mayor. Aquel año murieron 10.456 personas en Tarragona, cuando el censo provincial era de unos 340.000, menos de la mitad que actualmente (el dato actual ronda los 814.000, según el Idescat). 

La mortalidad es un 7% mayor que en 2019 pero ha tenido puntas de hasta el 36%

Según el INE, la situación se normaliza en los siguientes años, de forma que en 2021 se cae a 7.207 fallecidos, una cifra bastante superior a la de los años precedentes pero sin llegar al registro actual. «Los indicadores demográficos suelen cambiar muy lentamente. Tiene que haber una debacle muy grande para que haya un impacto a medio plazo. Sí que se notará este año el incremento de la mortalidad», explica Àngel Belzunegui, doctor y profesor titular de Sociología en la URV.  

Belzunegui cree que en este 2020 marcado por el confinamiento estricto de primavera los nacimientos no se han parado y la sobremortalidad está muy concentrada, si bien la cuestión sanitaria y también la económica marcarán una posible afectación futura. «De momento, todo parece prever que sea algo puntual, pero dependerá de que en 2021 haya una vacuna o, al menos, un tratamiento eficaz que evite la alta mortalidad», añade Belzunegui. 

En Tarragona, la natalidad en 2020 mantiene su ritmo a la baja, no solo en este año sino en los siguientes. El resultado, al combinarlo con el alto número de decesos, es un saldo vegetativo negativo de -884 personas, también histórico. «Si la situación económica negativa se prolonga mucho en el tiempo sí puede afectar a la natalidad. Ya hemos visto que la recuperación no va a ser en forma de V, pero está por ver cómo evoluciona», cuenta el profesor. 

La emigración de Tarragona al exterior baja a la mitad y no recobrará el ritmo hasta 2031

Un 7,12% más de mortalidad

El INE también ofrece una estadística experimental en la que estudia las defunciones semanales ocurridas durante 2020 y su comparación con los datos históricos de defunciones desde el año 2000. El número de muertes acumuladas en Tarragona –no solo las causadas por el coronavirus, sino todas– es un 7,12% superior con respecto a 2019. Ese dato ha llegado al 10%, en las semanas más duras de la pandemia, fundamentalmente a finales de marzo y principios de abril. Los 227 muertos a la semana de la primera oleada, como máximo, se han reducido ahora a cifras que oscilan entre los 120 y los 150. De enero hasta septiembre, había 5.458 muertos, 363 más que en 2019 en el mismo periodo, lo que muestra el incremento de la mortalidad. 

La cifra de 878 fallecidos en marzo en Tarragona ha destrozado todos los récords históricos de los que se tiene registro. Nunca en 79 años había habido tantos muertos en un mes en la provincia. No es posible encontrar un dato más alto en toda la serie histórica mensual que ofrece el INE y que llega hasta 1941, por lo que es muy probable que, para ver una mortalidad más elevada, haya que retroceder hasta los años de la Guerra Civil. 

Inmigración golpeada

Este exceso de defunciones se concentra en marzo y abril, cuando la epidemia alcanzaba su pico. De hecho, si se eliminan los dos primeros meses del año, en los que la mortalidad fue similar y no hay una tendencia a remarcar, se ve que los fallecimientos se dispararon en Tarragona el 36% en esos funestos marzo y abril.

Pero los recientes datos del INE también muestran la marcada incidencia en la migración. «Aquí sí hablamos de unas tendencias que no son estructurales, que tienen que ver con flujos y que pueden cambiar de un año para otro», cuenta Belzunegui desde la URV: «El cierre de las fronteras ha influido pero también la situación de incertidumbre. Lo notamos en la universidad con los estudiantes extranjeros, que son menos. Es un indicador que tiene también mucho que ver con la economía». 

Los datos son contundentes: de las 14.812 personas que llegaron del exterior a la provincia el año pasado a las 4.455. Es un descenso del 70%. Según el INE, la provincia tardará en recuperarse y no será hasta 2027 cuando vuelva al mismo nivel de inmigración. Ni siquiera en los años más duros de la recesión financiera la llegada de foráneos fue tan baja.  

La emigración también se ha visto seriamente perjudicada. Los tarraconenses que se han marchado al extranjero este año se han reducido a la mitad: de los 5.038 del año pasado a 2.580. Las marchas hacia otros países desde la provincia no se recuperarán hasta 2031, cuando se alcancen cifras pre-Covid. A todo esto, el INE también detecta «una disminución coyuntural de la esperanza de vida al nacimiento en 2020, que se estima que bajaría en 0,9 años para los hombres y en 0,8 años para las mujeres. Este descenso se recuperaría en 2021». 

Se trata de indicadores que hay que poner en cuarentena, ya que van a estar siempre supeditados a la evolución de la pandemia y, sobre todo, al hallazgo de medicamentos que posibiliten controlarla, territorios a día de hoy inciertos para expertos y autoridades.

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