Tarragona busca agua. A través de Ematsa, la empresa municipal de aguas, el consistorio investigará a cabo este 2025 de qué forma conseguir nuevos recursos y, en consecuencia, poder disponer de más agua.
Concretamente, se llevará a cabo un estudio hidrogeológico, que tiene por objetivo realizar un análisis detallado para comprender las características, el comportamiento y la distribución del agua en el subsuelo.
Esto es importante, pues, a pesar de que se encuentre agua, hay que analizarla, ya que es posible que no sea apta para según qué usos.
Cabe recordar que, tal y como explicó el Diari, la Agència Catalana de l’Aigua (ACA) detectó en 2023 una concentración excesiva de nitratos en las aguas subterráneas de 34 municipios de la demarcación.
La capital no se encuentra entre esas localidades, aunque sí está cerca de algunas, como por ejemplo Constantí, Reus o La Pobla de Mafumet.
Por eso, el consistorio quiere que este futuro estudio le permita sumar más fuentes de recursos de las que ya tiene. Actualmente, Ematsa recibe, principalmente, agua tratada del Consorci d’Aigües de Tarragona (CAT), procedente del río Ebre.
Además, también se cuenta con una serie de recursos alternativos y estratégicos, como los pozos de Renau, Soler Bas y Boella y la mina de Puigpelat.
Estos son solo algunos de los pozos de los que dispone la empresa, que también asume la gestión del ciclo integral del agua en La Canonja y que abastece para el consumo humano a Els Pallaresos y El Catllar. Por otra parte, gestiona las aguas residuales de otros municipios del Tarragonès.
El minitrasvase
No obstante, el gran consumo de Tarragona proviene del minitrasvase que se realiza desde el río Ebre. Esa agua llega a Ematsa a través de la red de distribución del CAT y, juntamente con los recursos de los pozos y minas propiedad de la empresa municipal, se almacena en los depósitos ubicados en diferentes puntos de Tarragona. A partir de estos depósitos, se abastece a todo el municipio a través de la red de distribución.
Según los datos que aporta el CAT, la ciudad consumió el pasado año un total de 8,6 hectómetros cúbicos (hm³) de agua procedente del río Ebre, de los 9,7 hm³ de dotación que la ciudad podía haber utilizado –en 2023, el consumo fue de 9,5 hm³–.
Eso significa que Tarragona no utiliza un 11% del agua del Ebre que tiene asignada, lo que, según fuentes del CAT, es «una buena noticia, ya que significa que la ciudad lleva a cabo unos buenos cálculos de previsión respecto al consumo real».
El gasto de Tarragona es algo mayor al del conjunto de la demarcación, que el año 2023, según los últimos datos disponibles, consumió 77,7 hm³ de los 94,7 hm³ asignados.
La concesión máxima, según la ley, es de 4 m³/s, y el año pasado se quedó en una media de 2,5 m³/s. Y es que, desde el año 2020, cuando se consumieron 63,7 hm³, la provincia viene gastando más cada año y 2023 marcó el récord de consumo desde 2014. El máximo histórico se registró en 2007 y fue de 79,9 hm³.
Sin embargo, el 18% del agua proveniente del Ebro no se gastó durante el año 2023 y, en consecuencia, no llegó a captarse, lo que significó que la dependencia del río no aumentaba de forma acentuada, ni por parte de los 69 ayuntamientos consorciados del CAT ni tampoco de las 27 industrias. Los consistorios representan el 64% del agua que se consume del Ebre, por el 36% que suponen las industrias.
Eso se traduce en que, en 2023, los ayuntamientos consumieron 49,6 hm³ –un 3,82% más que en 2022– y que las industrias gastaron un total de 33,9 hm³ –un 1,88% menos que el año anterior–.
Especialmente importante en este capítulo es el uso de agua regenerada, lo que permite que las empresas industriales reduzcan su dependencia del río Ebre.
Es algo que tiene incidencia en la estadística final, pues 2023 marcó el récord de consumo de los ayuntamientos en la última década, pero la reducción en el gasto de la industria equilibró la balanza.