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Tarragona, tercera provincia de España con más nacimientos de padres extranjeros

Los primeros niños de 2023 son un reflejo de que la inmigración tiene más hijos –y a edad más precoz– y evita una mayor debacle natalicia. El 40% de los bebés en Tarragona son de padre o madre foráneos

02 enero 2023 20:57 | Actualizado a 03 enero 2023 07:00
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Yousaf acaba de nacer en Tortosa. Fue el primer niño de 2023 en las Terres de l’Ebre. Lo mismo ocurrió en el Camp de Tarragona con Yasmin, que vino al mundo en Valls, hija de Slimane, que llegó hace dos décadas de Marruecos. Jana, hija de Sabah y Mohamed, residentes en Segur de Calafell, fue el primer bebé en el Baix Penedès.

No es algo nuevo de este 2023 recién estrenado. Es común que los primeros nacidos de cada año acostumbren a ser hijos de extranjeros o de inmigrantes que llegaron aquí y se han nacionalizado. El 40% de los nacimientos en Tarragona son de padre o madre extranjeros. Es la tercera provincia de toda España con un porcentaje más elevado, solo por detrás de otras dos demarcaciones catalanas: Lleida (41%) y Girona (45%), sin contar con las ciudades autónomas.

En el 24% de los nacimientos en las comarcas tarraconenses ambos progenitores, madre y padre, son extranjeros, según los datos de 2021, los últimos disponibles, recién publicados por el INE. Las cuatro provincias catalanas copan cuatro de los seis puestos en este ranking territorial.

La natalidad general cae en picado por cuestiones demográficas pero también económicas. Ya lo hacía antes de la pandemia y ahora más. Entre 2015 y 2021 los nacimientos de madre y padre españoles bajaron un 29,4% en Tarragona. En cambio, los partos donde uno de los dos son de fuera suben un 3%, un dato que puede parecer pequeño pero que rompe la tendencia acelerada de descenso. Mientras la maternidad de los autóctonos baja, la de los extranjeros se mantiene o incluso firma ligeras subidas, de forma que cada vez tienen un mayor peso específico. Ahora son el 40% del total. En 2013 era únicamente el 33%.

«Crear un proyecto de vida»

Estas estadísticas son herederas del boom migratorio de finales de los 90 e inicios de los 2000 y responden a una serie de cuestiones de pirámide poblacional pero también culturales. «La población migrante tiene una estructura de edad más joven. Hablamos de gente que viene no de visita ni por turismo, sino a crear un proyecto de vida, y parte de eso pasa por la maternidad», explica Pau Miret, profesor colaborador de los estudios de arte y humanidades de la UOC e investigador del Centre d’Estudis Demogràfics.

«Los autóctonos no son padres hasta que no tienen una estabilidad. Necesitan más seguridad», define Pau Miret, profesor de la UOC

Miret apunta que «entre las extranjeras la fecundidad en relación a la estructura de edad de las jóvenes es mayor y, además, tienen los hijos más pronto, no se da un retraso tan importante como cuando hablamos de las autóctonas».

Cada nacionalidad es un mundo. Esas tendencias se reproducen en los dos grandes colectivos, el de origen africano, con Marruecos como principal país emisor, y el de Latinoamérica. «Los que llegan, por ejemplo, de otros países de Europa, se adaptan a los patrones de aquí, que muestran que el primer hijo se tiene cruzada ya la frontera de los 30 años pero sí pasa con los que llegan del norte de África o de países de Latinoamérica», apunta Miret, que menciona el peso de otras diferencias sociales.

$!Yousaf, de L’Aldea, hijo de Khadija y Ahmed, nació el día 1 en el Hospital Verge de la Cinta de Tortosa. Fue el primer bebé de la provincia. Foto: ICS Ebre

«El retraso a la hora de tener hijos es cultural en el caso de los nativos. No suelen tenerlos hasta que no alcanzan unas condiciones estables o fijas, unas mayores certezas, más seguridad. En cambio, los que vienen de la emigración lo hacen con esa cultura específica de que hay que buscar trabajo, el que sea. En algunos casos hablamos de hogares en los que hay una diferencia de género importante, con la madre dedicada a cuidar», describe Miret.

Padres... pese a la precariedad

Como más alejada del mercado laboral está la mujer, antes se tienen los hijos. La diferencia también es de concepción. «El mercado laboral es precario para todos pero en el caso de las familias autóctonas, hasta que no estás en una situación estable laboralmente no te decides a ser padre o padre, lo que tiende a atrasar muchísimo la edad», cuenta Miret.

No pasa tanto en el caso de la inmigración. «De alguna manera, están adaptados a una cierta precariedad. Todos los estudios indican que la pobreza infantil continúa aumentando. Eso quiere decir que los hogares en los que hay hijos van aumentando en exclusión social, porque de una u otra manera no se puede esperar ayudas de tipo público, más allá del mayor o menor apoyo que te pueda dar la familia», reconoce Miret.

Hay otro matiz que condiciona. «La crisis económica de 2009 marca una tendencia. A partir de ahí, hay pequeñas recuperaciones, pero que no van más allá. La natalidad va ligada a una emancipación juvenil que cada vez es más complicada. Eso, en el caso de la inmigración, se trata de una primera fase que ya se ha superado, con la migración ese primer paso ya viene dado por la salida de la casa de los padres, y de alguna manera ya se lleva ventaja», apunta Miret.

Entre 2015 y 2021 los nacimientos de padres españoles han bajado un 29,4% en Tarragona

No hay visos de que la tendencia cambie en los próximos años. Solo la inmigración, que vuelve a repuntar tras la Covid de una manera contundente, puede amortiguar en parte la debacle de la natalidad. La tasa de fecundidad se siguió desplomando en 2021. Se situó en Tarragona en 34,32 (nacimientos por cada mil mujeres), 11 puntos menos que hace diez años (45,5 en 2011). Los hijos se tienen, de media, a los 32 años, cuatro años más que en los años 70 en Tarragona. Las condiciones y dificultades económicas son los grandes frenos a la hora de tener hijos. Todas las encuestas reflejan esa lejanía entre el deseo y la realidad: la mayoría de parejas quieren tener más hijos pero no lo hacen por cuestiones vinculadas a la economía y la falta de ayudas. En esa ecuación el factor del acceso a la vivienda es otro obstáculo.

Seis de los siete primeros bebés

La dinámica se vio especialmente este año en Catalunya. El Departament de Salut informó este domingo día 1 de enero de que seis de los siete primeros bebés del año en las respectivas regiones sanitarias catalanas eran de padres extranjeros, originarios de lugares como Marruecos, Bolivia y Kirguizistán. En Palafrugell (Girona) pasado un minuto de la medianoche del 31 nació El Zakaria, hijo de Maryem y Mohamed. Fue el primer catalán del año.

Está por ver cómo en el futuro el fenómeno migratorio tiene efectos demográficos en la natalidad, en un momento en el que las llegadas resurgen con mucha fuerza.

Tarragona ha batido recientemente su récord histórico de población y lo ha hecho gracias a la inmigración. El censo crece porque llega más gente, fundamentalmente de Ucrania, pero también de otros países como Colombia y Marruecos. Tarragona se situó en julio en los 828.800 habitantes, 5.230 más que en enero y 7.400 más que hace un año. Nunca hubo tanta gente como ahora.

La cifra de inmigrantes llegados en el primer semestre se ha doblado respecto a 2021. Atrás quedan los anómalos balances de 2021 y 2020, en mínimos por la Covid. En 2022 esas llegadas han crecido exponencialmente hasta cotas nunca vistas desde los años de bonanza, al inicio de siglo.

Hundimiento de la natalidad en Tarragona en 2022

Los datos más recientes, relativos prácticamente a todo 2022, indican que la natalidad general –la de autóctonos e inmigrantes– se siguió desplomando durante el año pasado. De enero a octubre hubo en Tarragona 4.880 nacimientos, según el balance experimental (por tanto, no definitivo) que realiza mensualmente el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Ello indica que ni en 2021 ni en 2022 ha habido una recuperación de los partos poscovid ni nada que se le parezca. En esos primeros diez meses los nacimientos bajaron un 4,2% en relación con el año anterior. Ese dato se suma a una caída del 2,7% del ejercicio previo, siempre comparando los mismos intervalos de tiempo. «A pesar de que la economía se ha recuperado de los meses más duros de la pandemia, la fecundidad no lo ha hecho», reconoce el profesor y demógrafo Pau Miret.

Los nacimientos caen más o menos al mismo ritmo que antes de la Covid-19. Cualquier indicador que se analice muestra un descenso cada vez más marcado. Especialmente aciago es el último dato disponible. En octubre de 2022 se registraron en la provincia 431 nacimientos, un 20% menos en relación a septiembre (541) y un 26% inferior en comparación con el mes de octubre del año anterior, 2021 (586).

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