El gasoducto MidCat, el megaproyecto para materializar una tubería que conecte España con Francia a través de Catalunya, también tiene peso en Tarragona, en tanto que lugar de paso y con cierto peso en la distribución. Ante el eventual cierre del grifo del gas natural ruso y la necesidad de que Europa abandone su dependencia, ha resurgido con fuerza la recuperación de esta infraestructura, que convertiría a España en el gran suministrador comunitario de este recurso estratégico.
El Midcat es un equipamiento para reconducir el gas almacenado en España, procedente de Argelia, a otros países de la UE a través de los Pirineos. Fue paralizado hace tres años por lo costoso y complejo que resultaba el proyecto en un momento en el que el gas ruso resultaba una opción mucho más barata y accesible.
Ahora todo ha cambiado. El Gobierno español está en disposición de proseguir con un proyecto al que le faltan poco más de 200 kilómetros de tubería, en concreto los que van de Hostalric (Girona), hasta la localidad francesa de Barbaira, cerca de Carcasona. Pero antes de llegar ahí, el conducto transita ampliamente por territorio tarraconense. «El gasoducto como tal llega hasta Hostalric, está construido. Quedarían 100 kilómetros para esa nueva interconexión con Francia, que permitirá enlazar con todo el sistema gasista español», explican fuentes de la compañía Enagás. Después quedaría rematar el empalme ya en territorio galo, con otro centenar de kilómetros pendientes.
El gasoducto enlaza la costa argelina con Almería y, desde ahí, sube por el litoral mediterráneo, cruzando por puntos estratégicos como Cartagena o Paterna. En Tivissa (Ribera d’Ebre) se halla uno de sus puntos clave. Allí se encuentra un centro de transporte y una central de compresión del gas. «Es una estación que recoge el gas, lo acumula y lo bombea, para llevarlo por ejemplo desde Tarragona a la zona de Zaragoza. Es una tubería que cruza varios términos municipales», explica Eduard Cavallé, concejal de medio ambiente de Tivissa.
La estación, que funciona como parte de todo el sistema gasista, se ubica al lado de la C-12, en el límite entre Móra La Nova y Ginestar. «El complejo está en funcionamiento, así que si no se precisa ninguna ampliación, entiendo que lo que pueda ocurrir con el MidCat no nos afecta como municipio», dice Cavallé.
El gasoducto, que ha sido ampliado en diversas ocasiones, discurre la mayor parte del tiempo bajo tierra, pero hay un momento en el que salva el río Ebre pasando por un puente antes de conectar con la planta de Enagás. «Se han hecho dos desdoblamientos y es una instalación que, en función de la demanda, lleva el gas en una dirección o en un otra. Es una instalación decisiva, porque está en la Y griega que lleva el gas para el norte, hacia la zona del País Vasco, o bien hasta Barcelona. Es una infraestructura crítica para toda la península, y más en estos tiempos de crisis energética», expone Jordi Jardí, exalcalde de Tivissa. El tubo se prolonga durante buena parte de la provincia hasta llegar a Banyeres del Penedès, donde se ubica otra estación de compresión.
A pesar de su importancia logística, esta construcción industrial no supone una especial aportación para la zona en términos de puestos de trabajo.
La finalización del MidCat, ahora en el centro del debate comunitario por la crisis de la energía, se paralizó en 2019 después de haber invertido 440 millones. Influyó su elevado coste y la apuesta creciente por las renovables, además de la oposición medioambiental
De hecho, Ecologistes en Acció ha salido estos días al paso porque considera «inaceptable» plantear resucitar «este proyecto abandonado, con un alto impacto territorial». La organización ve esencial «la reducción del consumo» en lugar de potenciar «más infraestructuras gasistas».