Cementerios y funerarias, listos para el aumento de cremaciones

El sector funerario reclama una regulación que determine el 'destino' de los restos de la incineración. España y Portugal son los únicos países de la UE sin una normativa específica

19 mayo 2017 17:34 | Actualizado a 21 mayo 2017 15:38
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La reciente instrucción del Papa Francisco en que exige a los católicos que entierren las cenizas de sus difuntos en tierra sagrada ha reabierto el debate sobre qué hacer con los restos de la incineración de un ser querido. El sector funerario declina valorar la postura de la Iglesia –es un tema de conciencia, dice– pero reclama que se regule de una vez esta cuestión puesto que España y Portugal son los únicos países de la Unión Europea que no cuentan con una normativa específica.

Según el gerente del Serfumt (Serveis Fúnebres Municipals de Tarragona), Ignasi Puig, «se han hecho verdaderas burradas con las cenizas de los difuntos. La cuestión se ha desmadrado. Algunas cenizas han tenido un tratamiento extraño». En Tarragona se han arrojado cenizas al mar desde la zona del Fortí de la Reina, entre el Miracle y la Arrabassada.

Puig explica que en Tarragona ciudad las incineraciones y las inhumaciones ya son mitad y mitad. El porcentaje de cremaciones disminuye al 30% si se tiene en cuenta toda la demarcación, según los datos de Panasef, la patronal estatal de funerarias. En 2006, era de un 16%, es decir que la tendencia a la incineración aumenta, aunque en mayor medida en las ciudades. En las zonas rurales las familias suelen disponer de un nicho y optan por enterrar a sus familiares.

Además de por cuestiones sociales y religiosas, muchas personas optan por la incineración porque resulta más barato, excepto, según Puig, si ya se dispone de una sepultura, en cuyo caso es más económico el entierro.

En Tarragona, la cremación cuesta 580 euros IVA incluido y luego hay que disponer de las cenizas. El cementerio de la ciudad dispone de un columbario (pequeños nichos donde caben hasta cuatro urnas) con 400 espacios libres. Una concesión por treinta años supone un desembolso de 670 euros más. De ahí que algunas familias opten por llevarse la urna cineraria.

Hay cinco hornos crematorios en la demarcación, en Tarragona, Reus, El Vendrell, Tortosa y Amposta. En todo el Estado son 364, lo que convierte a España en el país europeo con más hornos crematorios de Europa.

Según la ‘Radiografía del sector funerario 2015’, elaborada por Panasef, los 364 hornos tienen capacidad para 1.456 cremaciones al día y la demanda actual –aunque se prevé que aumente– es de unas 419 incineraciones diarias. Es decir, los hornos funcionan al 29% de su capacidad.

El portavoz de Panasef en Catalunya, Josep Ventura, reclama que se unifiquen criterios y que cada ayuntamiento o comunidad no pueda decidir por su cuenta. Por ejemplo, cree que debería prohibirse arrojar las cenizas en espacios naturales protegidos. En Catalunya se intentó regular esta cuestión en 2007 y la Generalitat inició una serie de contactos que no fructificaron.

El presidente de la Associació d’Empreses de Serveis Funeraris de Catalunya, Josep Maria Mons, defiende la regulación por motivos sanitarios, psicológicos y de control. Explica que la Policía Local ha llamado a su empresa en más de una ocasión tras hallar una urna cineraria vacía y abandonada. Se calcula que cada año aparecen unas 200 urnas ‘huérfanas’ en toda Catalunya.

Las cenizas se pueden convertir en joyas –incluso colgantes– o diamantes. Y lanzarlas a la estratosfera. ?Cinco familias han pagado los 1.500 euros que cuesta el servicio. El Barça prevé construir un columbario en el Nou Camp con capacidad para 30.000 urnas y un precio de entre 3.000 y 6.000 euros por cada una.

«Los psicólogos dicen que las personas necesitan un referente de dónde está su familiar difunto, aunque cada vez haya menos costumbre de ir a visitarlos», explica Mons. Advierte que en la mayoría de países de Europa no se permite que la familia se lleve la urna cineraria a casa «porque se pierde el control de esas cenizas».

Quien sí tiene las cenizas de sus padres en casa es Octavi, un tarraconense de 35 años. Primero falleció su madre. Octavi y su padre decidieron incinerarla y se llevaron la urna a casa. «¿Dónde estará mejor mamá que en casa?», le dijo su padre. Tiempo después murió el hombre y Octavi hizo lo mismo. Ahora ambas urnas están juntas en una vitrina.

«No las miro mucho –relata–, pero cuando las veo claro que me acuerdo y miro la fecha. Estoy acostumbrado a tenerlas en casa. Casi es como el que tiene un cuadro colgado en casa y no lo mira». A Octavi le han sorprendido la postura de la Iglesia y el sector funerario que critican que un familiar se pueda llevar las cenizas a su domicilio.

Aún no tiene decidido qué hacer, pero se plantea arrojar ambas urnas al mar. La empresa Gala Azul ofrece el servicio del trayecto en barco desde el puerto de El Masnou a mar adentro, con funeral incluido, para lanzar las cenizas. Cuesta 650 euros IVA incluido. El gerente de la empresa, Ramon Arasanz, también apoya la regulación de la actividad y define su oferta como «un servicio de acompañamiento a las familias de carácter íntimo». Gala Azul se planteó trabajar en la costa de Tarragona pero las trabas burocráticas lo han impedido.

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