Catalunya tuvo 40.000 hectáreas de avellana, una cifra que ahora se ha visto reducida a 12.000. La mayor parte de esta superficie está en las comarcas del Camp de Tarragona, que ahora lideran la investigación de nuevas variedades que hagan más competitivo un cultivo amenazado por las importaciones.
El vivero de la Cooperativa de La Selva del Camp representa el nido de experimentación de este cultivo. Allí se han plantado los primeros 3.500 ejemplares de una nueva variedad de avellano con las raíces impregnadas del micelio de la trufa. De esta forma, se espera que en tres o cuatro años en el pie de estos arbustos nazcan los primeros hongos.
El inicio del proyecto podría decirse que se remonta hace cinco años, cuando la cooperativa creó Mas del Victu. En esta finca experimental, de 22 hectáreas y en la que ya se ha invertido alrededor de 600.000 euros, empezó a trabajarse para el desarrollo de nuevas variedades de avellano.
Junto con el IRTA, se obtuvo el N9. Se trata de una variedad, que es una modificación del tradicional negret, aunque más vigoroso. Según el gerente de la Cooperativa de La Selva, Pere Ferré, la modificación genética ha permitido que la producción de esta especie sea hasta un 30% superior respecto al convencional.
Infectadas con semilla de trufa
Mediante injertos se consiguió mejorar aún más esta variedad. Sin embargo, el cambio más revolucionario se produjo cuando establecieron contacto con la empresa Micologia Forestal Aplicada. Esta sociedad, de Vilanova i la Geltrú, se puso en contacto con la cooperativa para abastecerse de la piel de la avellana. «Al tratarse de un material inerte, es ideal para que puedan reproducirse los micelios de las trufas», explica Ferré. A partir de ahí se encendieron todas las luces. Ambas organizaciones se ponían a trabajar codo con codo y ya en el año pasado se plantaron los primeros 500 ejemplares de plantones con la raíz infectada con la «semilla» de este preciado hongo.
Este año se ha repetido la experiencia con tres mil nuevos avellanos, y se prevé que esta cifra siga incrementando de cara a próximos años.
Para que este cultivo genere sus frutos el suelo debe presentar unas determinadas condiciones. Unos análisis en los que se estudió el calcio de la tierra, además de la altura de la plantación. A partir de ahí tiró adelante una plantación con las variedades de trufa negra, magenta y blanca.
Diez años de espera
En tres o cuatro años ya deberían empezar a nacer los primeros ejemplares, no será hasta dentro de unos diez años cuando se espera que se alcance la plena producción. A pesar de ello, el conjunto de los ejemplares que hasta el momento se han plantado ya están en su totalidad vendidos. Y es que, según asegura el gerente de la cooperativa, los gastos son los mismos. «Solo tienes que ir más en cuidado con el adobe, pero cada vez más somos más respetuosos con la utilización de herbicidas», argumenta.
Pere Ferré destaca que el interés de este proyecto está en garantizar que «el mundo de la avellana no desaparezca». «Los consumidores europeos no nos podemos permitir perder una nueva hectárea de este cultivo», añade. Actualmente, alrededor del 70% del consumo se importa, siendo Oriente Medio el principal mercado de procedencia.
Sumando la obtención de trufas, a la recogida de la avellana, los impulsores de este proyecto quieren conseguir rentabilizar un cultivo que básicamente se encuentra en explotaciones a tiempo parcial.
La avellana está detrás del 80% de la actividad de Coselva. Por ello invierte cada año alrededor de 50.000 euros en investigación y la mejora de un cultivo que llegó a ser una de las principales actividades económicas del Camp de Tarragona. Además, para este año, está prevista una inversión de alrededor de 200.000 euros para adaptar la rompedora.
Un buen año para el sector
Con 2.400 socios, Coselva cerrará este ejercicio con una facturación de entre 35 y 38 millones de euros. Se trata de una cifra muy superior a la habitual, que se mueve entre los 25 y los 28 millones de euros. Y es que el precio de la avellana se mantiene, con una cotización rentable, por primera vez en cinco años.
La lonja de Reus marcaba esta semana 2,55 euros por libra, un nivel similar al de los principales países competidores. Esto hace que, a pesar de que se prevé que la producción haya sido ligeramente inferior, el sector se muestre optimista después de muchos años.
El sindicato Unió de Pagesos situaba esta semana la caída de la producción en un 20%, lo que dejaría la cosecha en unas 12.000 toneladas. Prevé compensarse este descenso con un fruto más grande y de más calidad, ya que las condiciones meteorológicas han acompañado en una campaña que empieza más tarde de lo habitual.