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    El tesoro granadino de Marià Fortuny

    El Centro Cultural Gran Capitán celebra la muestra ‘La Granada de los Fortuny’ con el legado del pintor reusense

    27 febrero 2023 14:15 | Actualizado a 27 febrero 2023 14:32
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    El estrecho vínculo que el pintor reusense Marià Fortuny i Marsal y su hijo, Marià Fortuny i Madrazo, mantuvieron con la ciudad de Granada y con el arte nazarí se ve reflejado estos días en una exposición en el Centro Cultural Gran Capitán de la ciudad andaluza.

    En este sentido, más de un centenar de objetos, obras de arte, vestidos, telas y películas construyen un viaje hasta la Granada de finales del siglo XIX, una propuesta para presentar la ciudad en la que los Fortuny crecieron como artistas y en donde dejaron un legado extraordinario.

    La sala de exposiciones del Centro Cultural Gran Capitán acoge una muestra que presenta la evolución de Granada a través de más de un centenar de joyas creativas que salieron del talento familiar, primero con Marià Fortuny como exponente más brillante de la pintura internacional del siglo XIX y después con la herencia que desplegó su hijo.

    La propuesta expositiva permite ver la revolución de esta capital andaluza, pero también la propia cultura que se desarrollaba en esa Granada a la que la familia Fortuny siempre profesó admiración y cariño.

    «Esta muestra nos narra la presencia de los dos artistas, padre e hijo, en una Granada que, en apenas 50 años, había cambiado de imagen de forma radical», apuntó la concejal de cultura granadina, María de Leyva.

    Algunos de los hitos que recorre la exposición van desde el orientalismo imperante en la moda a la evolución urbana de la ciudad con la apertura de la Gran Vía y la impresión que el Sacromonte dejó en las retinas de ambos artistas.

    El punto de partida de la presentación se sitúa en la Granada de Mariano Fortuny i Marsal, la misma que habían visto los viajeros románticos de comienzos del siglo XIX, una ciudad urbana medieval protagonizada por la vega y que empezaba a mostrar interés por preservar su pasado patrimonio, muy especialmente la Alhambra.

    Fortuny i Marsal había visitado Granada con su mujer en 1870 y se estableció por unos años en la ciudad, donde se rodeó de amigos artistas con los que trabajó codo con codo y donde nació su hijo Mariano, en la pensión de Siete Suelos, en plena Alhambra.

    El legado

    «Sin duda, una de las herencias más importantes que hemos recibido de él fue el registro plástico de una Granada que se enfrentaba a retos transformadores de cara a la entrada en el siglo XX», señaló De Leyva, quien destacó la «voracidad» con la que coleccionó piezas de primera categoría como el azulejo que lleva su nombre o un magnífico jarrón nazarí.

    La familia partió hacia Italia en 1872 y no fue hasta la década de los años 20 cuando Mariano Fortuny i Madrazo volvió a visitar su ciudad natal. Se erigió en testigo de las primeras obras de restauración de Leopoldo Torres Balbás que dejó registradas en fotografía y en cine y que también forman parte de esta exposición.

    La Granada de los Fortuny, que estará abierta hasta el próximo 9 de abril, cuenta con piezas procedentes de museos y archivos como los de la Alhambra, el Fortuny de Venecia o la Fundació Amatller junto a un buen número de colecciones privadas y del fondo patrimonial artístico y documental del Ayuntamiento de Granada.

    El Fortuny aficionado

    Marià Fortuny i Marsal se postuló como un enamorado de la cultura hispano musulmana y del palacio nazarita. Era aficionado a coleccionar armas del renacimiento, alfarería nazarí, y a la compra venta de antigüedades. Contó con una amplia colección que vendía en Paris y Roma principalmente. Algunas de estas piezas resultan únicas y excepcionales, como el célebre azulejo Fortuny, de la época de Yusuf III, que actualmente se encuentra en el Instituto Valencia de don Juan.

    Su carácter cosmopolita le llevó a vivir en distintas ciudades. Roma, Madrid y París marcaron su visión más pictórica y comercial, mientras que en Marruecos, Granada y Portici aprendió y evolucionó, se transformaron en sus fuentes de inspiración en el aspecto más exótico, creativo e intenso de su obra. Fue un embajador único para Reus.

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