La misteriosa desaparición de una niña en las marismas del río Ter, un detective marcado por su pasado y una mente perturbada son los principales ingredientes de Marismas (Editorial Planeta), un thriller escrito a cuatro manos por Beatriz Roger y Luiso Soldevila, a los que les une una relación muy especial. Madre e hijo han compartido una experiencia literaria que nunca olvidarán.
Después de esta experiencia, ¿cómo ha quedado la relación madre e hijo?
Luiso: Siempre bromeo con mi madre en el sentido de que por suerte ya no soy un adolescente. Si no, hubiera sido inviable. Si me haces pensar en mi padre y en mi madre, los quiero por igual, pero es verdad que esto es inolvidable y me emociona pensarlo. Siempre lo llevaré conmigo.
Beatriz: Tenemos la suerte de que siempre nos hemos llevado muy bien. Y he podido descubrir su faceta como persona trabajadora, de la que quizá una madre puede disfrutar menos porque conocemos a los hijos bajo otros aspectos. Me ha gustado conocerle así.
¿Cómo fue el proceso a cuatro manos?
Luiso: Nos hacía mucha ilusión participar los dos en todo. Además, hay una cosa interesante y es que al ser de generaciones distintas y sexos diferentes, aportar un poco de eso a cada uno de los personajes les da un valor añadido. Pero, así como la historia la teníamos muy clara, justamente lo más complicado de escribir juntos ha sido el tema de los personajes porque a veces no me los imaginaba diciendo algunas cosas que proponía mi madre. Pero al final hemos tenido que ceder, aceptar y, una vez nos poníamos de acuerdo, seguir. Cada personaje representa unos valores concretos y a partir de ahí construíamos.
Beatriz: Ambos tuvimos claro desde el principio que se no trataba de marcar una parte o personajes. Lo hicimos como si Luiso y yo nos sumáramos y de nosotros saliera una tercera persona. Nos dividimos los capítulos, independientemente de lo que sucediera en ellos y una vez escritos, los intercambiábamos, opinábamos y corregíamos. En un momento determinado Luiso me propuso empezar a asesinar personajes y claro... a algunos los quiero mucho. Yo los tengo a todos en la cabeza, los conozco y no sé si Luiso los ve como yo. Pero al mismo tiempo, también tenemos muchos puntos en común. Somos dos tiernos.
«Tenemos la suerte de que siempre nos hemos llevado muy bien. Y he podido descubrir su faceta como persona trabajadora, de la que quizá una madre puede disfrutar menos» (Beatriz).La novela no es ni blanco ni negro. Un detective que tiene que colaborar con un narco.
Luiso: Queríamos una novela muy humana. Jamal es un personaje que a mí me gusta mucho porque representa todo aquello de lo que Nico, el detective, ha luchado por alejarse. Tienen un vínculo que se relata por encima, de unos sucesos del pasado, una deuda por la que Nico se siente obligado a aceptar el caso que Jamal le ofrece. Me gusta pensar que existe ese contraste de luz y oscuridad porque la vida no son blancos o negros. Son grises.
Beatriz: Tenemos claro que todas las personas tenemos un poco de luz y un poco de oscuridad. Nico, nuestro protagonista, parte de un ambiente favorecedor, viene de una familia con medios. Pero se tuvo que sobreponer a un hecho del pasado, a un asesinato que va planeando sin grandes explicaciones por la novela. Mientras, Jamal representa esa otra cara, un inmigrante que lo pasó mal hasta llegar aquí, que vivió una serie de circunstancias y empezó a trapichear hasta que se convirtió en el narco de la zona.
Marina es el centro de ese suceso del pasado que planea por la trama.
Luiso: Marina es el punto de unión entre todos los demás. Nico está marcado por su muerte, pero no únicamente él. También su mujer Estela, hermana de Marina; sus suegros, obviamente; el comisario Narváez, que era su tío y sabemos que Jamal también está implicado.
Beatriz: Definiría a Marina como esa ausencia superpresente y el pegamento de todos ellos. Ojalá algún día podamos dar luz a su pasado.
«Me gusta pensar que existe ese contraste de luz y oscuridad porque la vida no son blancos o negros. Son grises» (Luiso).
¿Por qué menores? Es muy angustioso.
Luiso: Nuestro objetivo era lograr una novela muy trepidante, por eso la idea de un secuestro, que siempre sabes que vas apurado de tiempo para conseguir un rescate. En segundo lugar, ambientarla en Navidad, esos momentos supuestamente felices que pasas en familia y finalmente, la desaparición de una menor.
Beatriz: Es triste y los que tenemos hijos sabemos que no hay nada peor. Entiendo que la mayoría de la gente piensa que es un desgarro brutal porque estás en el aire. No sabes ni siquiera a qué agarrarte, ni a los síes, ni a los noes. Es horroroso. Y nosotros teníamos que jugar con algo que fuera desesperante. Que el lector esté buscando a la niña al mismo tiempo que lo hacen los personajes.
De hecho, el lector va todo el tiempo por delante de la policía.
Beatriz: Lo teníamos muy presente. Junto a esa presencia oculta que aparece de repente en la novela, el lector se convierte en un observador de la labor de Nico, de los policías, que van mucho más despistados. Y tiene más información de la que disponen los propios investigadores.
Luiso: Esos capítulos incluso ayudan a comprender porqué nuestros protagonistas van despistados.
«Tocamos el tema del Alzheimer, de unas mentes posiblemente perturbadas, de los secretos y mentiras que pueden esconder a veces las familias, de todo lo que consigue el amor y todo lo que estropea el desamor, así como la inmigración» (Beatriz).¿Quién susurra en las marismas?
Luiso: Las marismas son como un personaje más, esa sensación de que tanto el lector como los protagonistas se sienten observados constantemente por algo o alguien que se esconde. En relación a los susurros que se oyen, si te pones en la situación de un día de Tramontana, con la maleza... escuchas ruidos por todas partes. Y tanto a mi madre como a mí nos gustaba mucho ese toque fantasmagórico que da la neblina, el viento y la humedad. Es un poco mágico, incluso.
Beatriz: Es parte del misterio. Por una parte, para nosotros es la realidad, un paisaje que conocemos muchísimo, al que vamos habitualmente y del que precisamente disfrutamos mucho en invierno, cosa que no es habitual. Nos encanta. Hemos sido testigos de los temporales de Levante y el río desbordado, arrasando con todo a su paso, el mar comiéndose la playa... Y tomando esta realidad, la hemos transformado en algo más misterioso y mágico, evidentemente exagerando un poco la climatología.
Es una novela diversa...
Beatriz: Soy voraz lectora de novela negra y me llegan aquellas que me introducen en la sociedad de un lugar, de una ciudad, de un país. Nosotros, evidentemente, de forma sutil y sin pretender profundizar en ello, tocamos el tema del Alzheimer, de unas mentes posiblemente perturbadas, de los secretos y mentiras que pueden esconder a veces las familias, de todo lo que consigue el amor y todo lo que estropea el desamor, así como la inmigración, sus dos caras, la de los que hacen un estupendo proceso de adaptación y la de los que les cuesta un poco más. Pero en Marismas no hay juicio y eso me parece muy importante.
Luiso: Me gusta lo que dice mi madre de que no hacemos juicios. Pero en algún momento Nico es un poco justiciero, aunque tiene a su mujer, Estela, que fluye, respeta, entiende y a veces le ayuda a reflexionar y a que no sea tan rígido en sus decisiones. Al final, una novela está para entretener, pero también para enseñar.
«Las marismas son como un personaje más, esa sensación de que tanto el lector como los protagonistas se sienten observados constantemente por algo o alguien que se esconde» (Luiso).Han entrado por la puerta grande con la editorial...
Beatriz: Siempre pensamos enviarla a Planeta y hemos tenido mucha suerte. Conocimos a Lola Gulias, que es la primera persona que contactó con nosotros. Al principio no nos dio noticias muy esperanzadoras. Lola, que a nuestro modo de ver ya se ha convertido en una amiga, nos dio unas primeras ideas, que evidentemente había que pulir y después no nos prometió nada. A partir de ahí fue un sinvivir. Pero eso sí, somos animosos.
Luiso: La suerte de ser dos es que cuando uno se hundía en la miseria, el otro animaba y al revés. Estamos encantados, nos sentimos afortunados y privilegiados. Esperamos que los lectores, para los que este sello tiene un significado, se queden satisfechos con lo que hemos escrito.