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La crónica del Reus-Sant Andreu (1-2): Dominó, perdonó y lo pagó

El conjunto rojinegro fue protagonista y se adelantó con una tijera colosal de Dani Homet Homet, pero los cuadribarrados remontaron con dos cabezazos en 10’ de indecisión local. El Estadi lució una imagen gris por la falta de público

Dani Homet celebra su golazo.

Dani Homet celebra su golazo.ALFREDO GONZÁLEZ

Joel Medina

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Ya de por sí era un partido extraño. No tanto por lo que ocurría sobre el césped como por lo que flotaba alrededor. Pero el Reus quiso abstraerse del ruido, centrarse en lo suyo. Y lo logró. Fue ese equipo reconocible, paciente, que observa, mide y espera el momento exacto para lanzar el golpe. La primera parte frente al Sant Andreu fue, precisamente, eso: una radiografía minuciosa del rival. 

Los rojinegros se marcharon al descanso con mejores sensaciones, y al volver, con una marcha más, encontraron premio. Dani Homet abrió la lata en el 63’ con una tijera deliciosa, un gesto técnico de los que levantan al público. 

Pero los de Natxo González aprovecharon la falta de precisión del Reus para gestionar la ventaja –algo que, este curso, ha sido una de sus grandes virtudes– y, en apenas dos llegadas, voltearon el guion con dos cabezazos letales: Marcos Mendes en el 81’ y Sergi Serrano en el 93’, al borde del pitido final.

Una derrota dura. Muy dura. No solo por cómo se produjo, sino por el ambiente que la envolvía. El Estadi lucía desangelado, quizá con la peor entrada de la temporada –1.922 personas según el club–, y con la grada de animación vacía. Las peñas decidieron no acudir en protesta por los precios establecidos para los socios en la jornada económica. Y eso, inevitablemente, se notó.

Pese a todo, el equipo quiso dejarlo al margen. Saltó al campo concentrado, consciente de lo que se jugaba. Le costó unos minutos asentarse, mientras el conjunto cuadribarrado se adueñaba del balón en el arranque. Incluso rozó el gol con un disparo de Alexis García al palo en el 10’, tras una jugada que castigó el costado derecho rojinegro. Fue un aviso.

El Reus, tocado en su orgullo, reaccionó rápido. Solo tres minutos después, Alberto Benito dibujó un centro templado al corazón del área; Homet la bajó con elegancia y Fran Carbia conectó una volea con la zurda que salió cerca del palo de Iñaki Álvarez. Primera advertencia seria. Y vendrían algunas más.

A la segunda, llegó el gol... o eso parecía. Xavi Jaime sacó en corto un córner para Ricardo Vaz, que le devolvió la pared. El capitán puso un centro medido, Lluís Recasens peinó y Andy Alarcón empujó a la red, pero el asistente levantó el banderín. Fuera de juego. El tanto no subió, aunque el Reus ya se parecía al que todos querían ver. Ni las constantes interrupciones ni las protestas por el arbitraje de Alejandro Martínez –que mostró cinco amarillas en la primera parte– lograron frenar esa sensación de dominio creciente.

El Sant Andreu apenas tuvo sus momentos. A la madera inicial sumó una conducción eléctrica de Max Marcet que obligó a Álvaro Pacheco –debutante– a sacar una mano prodigiosa. Hasta entonces, apenas había tenido trabajo.

El Reus, en cambio, necesitaba definir, el arte más difícil del fútbol. Y para eso tiene a un especialista: Dani Homet. Avisó en el 46’, cuando rozó el gol con un remate que Iñaki Álvarez desvió por poco tras un centro medido de Sergi Casals.

Pero no perdonaría dos veces. En el minuto 63, se inventó una obra maestra. Corría el balón por las sensibles botas de Xavi Jaime, que sacó el periscopio y vislumbró al siempre puntual Alberto Benito en el carril derecho, su zona.

El ‘2’ no faltó a la cita, ganó, como casi siempre, la línea de fondo y sirvió un caramelo. Homet, felino, retrocedió, se arqueó en el aire y conectó una tijera antológica. Una oda al remate. De esas jugadas que no solo valen un gol, sino un recuerdo.

Llegó entonces la gran pregunta: ¿apretar o guardar? El Reus supo administrar su ventaja durante varios minutos, incluso pareció más cerca el 2-0 que el empate. Pero le faltó colmillo, ese instinto que mata los partidos. Y el Sant Andreu, que nunca le perdió la cara al duelo, fue creciendo con los cambios. Natxo movió el banquillo y dio entrada a Pau Salvans, Sergi Serrano y Pau Darbra, tres nombres que acabarían siendo determinantes.

La primera penitencia llegó en el 81’. Una falta lateral mal ejecutada por el Reus derivó en un contragolpe letal: Darbra arrancó, Sergi Garcia condujo y Salvans centró para que Marcos Mendes, llegando desde atrás, empatara en el segundo palo. Golpe helado que marcó el inicio del final del partido.

El Reus, que había sustituido a Fran Carbia por Ramon Folch y a Homet por Joan Torrents, perdió frescura. Xavi Jaime pasó al extremo izquierdo, pero tras el empate dejó su lugar a Aitor Serrano. El Sant Andreu, en cambio, se sintió cada vez más cómodo, más suelto. 

Y la dinámica escribió un final cruel por el qué y por el cómo. En el 93’, cuando el empate parecía inevitable, Sergi Serrano apareció desde la segunda línea para cabecear un centro de Sergi García desde la izquierda y sellar la remontada.

El Sant Andreu supo sobrevivir con muy poco. El Reus, fiel a su estilo, dominó y generó, pero le faltó contundencia para cerrar el resultado. Y, quizá, también algo del aliento de su gente, ausente en una tarde en la que el fútbol fue tan ingrato como honesto.

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