Pasión por los abanicos en Vila-seca

El Casal de Dones de Vila-seca celebra este año el décimo aniversario de su fundación. Hasta el viernes ofrece una exposición singular en el Ayuntamiento

24 mayo 2017 18:31 | Actualizado a 24 mayo 2017 18:41
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El degoteo de gente que cruza el umbral de la puerta es constante. Una exposición de 274 abanicos de diferentes tamaños, procedencias, pinturas y materiales ocupan la sala de conferencias del hall del Ayuntamiento de Vila-seca.

La idea de esta muestra es del Casal de Dones de la ciudad, que este 2017 cumple su décimo aniversario y la exposición gratuita forma parte de los actos programados para la efeméride. Imma Ripoll, la presidenta, explica que «bianualmente celebrábamos el encuentro de puntaires (encaje de bolillos) en la ciudad, pero este año por diferentes razones no podíamos llevarlo a cabo».

Durante una reunión de la junta para ver qué alternativa se presentaba, Pilar Gibert se le ocurrió una idea. ¿Por qué no hacemos una exposición de abanicos como alternativa a la trobada? La idea cuajó entre todas las integrantes y se preparó el evento, que cerrará puertas mañana por la tarde.

Preguntaron al Ayuntamiento si les cederían un espacio para los abanicos y buscaron a alguien que pudiera hacer una conferencia introductoria. El consistorio facilitó la sala y Minerva Castillo fue la encargada de trazar una breve historia de este objeto tan seductor como mortal en función de las manos que lo sujetaban.

El viernes pasado la sala se quedó pequeña para escuchar los parlamentos y observar los abanicos expuestos. «Hay de diferente material: papel, ropa, estaño o seda. Cada uno tiene su valor sentimental y alguno además, económico», explica Montse Pallisé, del grupo de Puntaires, una sección del Casal de Dones.

Desde el viernes, el degoteo de visitantes ha sido continuo. no hay cifra de personas que han entrado en la sala, pero no importa.

Viendo el interés de la exposición tenemos intención de hacer otra el próximo año e intentaremos reunir más tipos de abanicos», explica Ripoll.

Además, la presidenta del Casal de Dones explica que «no sólo el objeto es interesante, la gente se sorprende de la comunicación gestual que indicaba». Ripoll y Pallisé señalan que si una mujer le lanzaba el abanico al suelo a un hombre, el mensajer era «¿a qué esperas para cortejarme?». 

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