«Todo lo que sé lo he aprendido en Horta» (Pablo Picasso)

Arranca el 50 aniversario de la muerte del pintor, quien siempre estuvo vinculado a la Terra Alta

17 septiembre 2022 19:13 | Actualizado a 17 septiembre 2022 19:51
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Junio de 1898. Un joven Pablo Picasso, de tan solo 16 años llegaba enfermo a Horta de Sant Joan acompañando a Manuel Pallarès, oriundo de la localidad y pocos años mayor que él. Era el inicio de una amistad que los acompañaría toda una vida, hasta el final de sus días, forjada entre las montañas de la Terra Alta, un paisaje que cambiaría al artista para siempre.

«Él llegó a Horta como aprendiz. Pero aquí dejó de ser Pablo Ruiz para convertirse auténticamente en Picasso». Son palabras de Elias Gaston Membrado, presidente del Centre Picasso de la localidad, que alberga reproducciones muy próximas a las obras originales y del mismo tamaño, que Picasso dibujó en Horta y sobre Horta. Un centro y un panorama que forman parte del Paisatge dels Genis, ruta turística que recorre la esencia del entorno que influenció a Antoni Gaudí, Joan Miró, Pau Casals y Pablo Picasso en la Costa Daurada y las Terres de l’Ebre.

A pesar de todo, de su vínculo afectivo y personal con el municipio, si las cosas no cambian, quedará fuera de los actos institucionales enmarcados en el Año Picasso que se celebrarán a partir de los próximos días y durante todo el 2023, con motivo del cincuenta aniversario de la muerte del genio. La falta de recursos es el motivo principal.

El Centre Picasso forma parte del Paisatge dels Genis, que aglutina a Antoni Gaudí, Joan Miró, Pau Casals y Picasso en la Costa Daurada y las Terres de l’Ebre.

¿Cómo recaló el artista malagueño en la pequeña población con vestigios medievales? «El primer día del curso 1895-96 en la Llotja, en Barcelona, se sentó al lado de Manuel Pallarès con el que entabló una amistad que duraría 78 años. Más tarde, en 1898, la familia de Málaga lo envió a estudiar a Madrid, a la prestigiosa Academia de San Fernando. Pero Picasso iba poco a clase, prefería el Museo del Prado y pintar en los jardines. Además, cogió la escarlatina. La familia decidió entonces retirarle la subvención, por lo que antes de acabar el curso volvió a Barcelona en un estado físico y anímico deplorables», cuenta Elias Gaston. «En aquel momento Pallarès le invitó a pasar el verano en Horta, una decisión muy bien acogida por la familia Picasso». Era el contrapunto perfecto, «como el hermano mayor. Pallarès más tímido y sereno. Picasso, un poco más bohemio».

Picasso estuvo en Horta en dos ocasiones. La primera, de junio de 1898 hasta enero de 1899 y la segunda, de junio a septiembre de 1909, una huella recogida en el Centre Picasso. Aunque también expone obras que no las hizo en Horta, pero que hacen referencia a ella. «En los años 1902-1903 en plena época azul, en medio de los temas dramáticos y trágicos que pintaba, encontramos unas acuarelas de escenas de pueblo muy tiernas. Cuando le preguntaron, contestó que eran evocaciones de Horta, recuerdos. Por ello, podemos hablar de tres etapas recogidas en el Centre Picasso».

$!‘La procesión al convento’ en el Centre Picasso. Foto: Joan Revillas

Los dos jóvenes amigos pasaron aquel verano de 1898 en los Ports, en una balma, un abrigo rocoso en contacto con la naturaleza. Fue allí donde una tormenta típica de la Terra Alta destrozó las obras que ambos tenían entre manos en aquel momento. «Pallarès pintaba Leñadores y Picasso, Idilio», del que solo quedan unos esbozos. «En conjunto, fue una experiencia muy importante para Picasso, quien más adelante, en una carta dirigida a su amigo Guillaume Apollinaire escribió que Las emociones más puras las experimenté a los 16 años en un gran bosque de España, cuando me retiré a pintar. Fue en los Ports donde descubrió su genialidad». De hecho, Gaston explica que a su regreso a Barcelona, ya no volvió a la Llotja hasta bien entrado el curso, en enero. «Dio por acabada su formación académica. Se movía entre los Quatre Gats, punto de encuentro de la bohemia artística y los preparativos para su viaje a París. Es decir, hay un antes y un después de su estancia». Prueba de ello es la famosa frase que puso la población en el centro del mundo: Todo lo que sé lo he aprendido en Horta.

$!‘La balsa de Horta’, de 1909, cuyo original se expone en el MoMA de Nueva York. Foto: Centre Picasso/cedida

Una relación que, por otra parte, fue recíproca ya que las obras del genio son un documento de valor incalculable sobre cómo era la vida hace un siglo. «De su primera estancia se conservan dibujos de personas trabajando en el campo y en el molino, ya que la familia de Pallarès tenia uno de aceite; una batalla en una taberna, que son unos apuntes rápidos, así como el cuadro más grande, La procesión al convento». Además, una de las primeras fotografías de Horta fue tomada por el pintor. Se trata de la balsa, de la que únicamente queda este documento de 1909, ya que posteriormente se tapó. En esta segunda estancia, cuando Picasso regresó a la Terra Alta, ya lo hizo como un artista cotizado en París, acompañado de su esposa Fernande Olivier quien, a su vez, dejó testimonio en forma de cartas a sus amigos, «documentos importantísimos en los que describía escenas del pueblo o personas como el maestro, el boticario, el médico o el sereno», apunta Gaston.

Para ver los originales de las obras que alberga el Centre Picasso se tendrían que visitar 26 museos de 11 países y aun así, algunos no se podrían apreciar, ya que pertenecen a coleccionistas privados.

Centre Picasso. Sin ayuda de la administración

El Centre Picasso de Horta es una entidad privada, sin ánimo de lucro, que sale adelante con la buena voluntad de unos pocos. A pesar de no recibir dinero de las administraciones, han organizado hasta el momento dos muestras y actualmente, se está preparando una tercera con obras pertenecientes a colecciones privadas. «En Horta podría haber obras originales que están en el Museu Picasso de Barcelona», reivindica Elias Gaston, presidente del Centre, quien recuerda que el cubismo geométrico, «Picasso solo lo pintó en Horta. La montaña de Santa Bàrbara aparece repetidamente en las obras cubistas de su segunda estancia. Es lástima que no se le dé el valor que tiene», concluye.

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