¿Sabías que... el primer coche eléctrico se inventó en el siglo XIX?

Fue alrededor de 1837 cuando apareció el primer vehículo. Tras décadas casi olvidado, su implantación está en auge por los avances tecnológicos y una mayor concienciación en la reducción de las emisiones de efecto invernadero

12 mayo 2021 17:27 | Actualizado a 21 mayo 2021 04:59
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La historia sitúa el primer coche eléctrico en torno al año 1837 gracias al empresario escocés Robert Anderson. Pero no fue hasta finales de siglo que aquel invento logró gran popularidad entre las clases más adineradas, que empezaban a desplazarse con aquellos medios de transporte eléctricos. La aparición de las baterías recargables fue el elemento detonante con vehículos como el 'Jamis Contente' de Camille Jenatzy que superó, por primera vez, los 100 km/h.

Los inicios del siglo XX fueron una época de gran esplendor para el coche eléctrico hasta la aparición de los motores de combustión. Los primeros modelos dejaron paso a otros mucho más perfeccionados gracias a la llegada de la industrialización y del petróleo. El empresario estadounidense Henry Ford, fundador de la compañía Ford Motor Company, revolucionó el transporte y lideró el gran cambio del mercado del automóvil. El motor de gasolina se quedó con el mercado.

Desde entonces, el coche eléctrico sólo ha ofrecido pequeños destellos que no han generado ningún cambio significativo en el panorama automovilístico. Pero todo ha empezado a cambiar esta última década impulsado por la crisis climática, los avances tecnológicos y una mayor concienciación en la reducción de las emisiones de efecto invernadero. El vehículo eléctrico cada vez es más presente y las grandes concesionarias apuestan por su fabricación. De hecho, el Ministerio para la Transición Ecológica espera que en 2030 circulen por todo el Estado cinco millones de coches eléctricos.

El camino que queda por recorrer todavía es largo y los esfuerzos deberían girar en tres direcciones. La primera hace referencia al desarrollo de la tecnología de las baterías para que sean más pequeñas, ligeras y eficientes. Actualmente, y en el mejor de los casos, ofrecen una autonomía de 600 Km. 

Después está la implantación de los puntos de recarga rápida. Una línea en la que ya trabaja Endesa para que las principales vías y áreas urbanas con distancias iguales o inferiores a los 100km tengan estos puntos.

Y para terminar está el cambio de mentalidad. Toda esta nueva tecnología no podría desarrollarse sin la implicación de la ciudadanía y unos cambios en los usos que, por ejemplo, podrían convertir el coche eléctrico en un gran punto de almacenamiento y transmisor de electricidad cuando esté parado en el garaje.   

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