10-N, el catalizador del pacto exprés

El nuevo presidente tendrá que hacer de la necesidad virtud para conducir al país entre un cúmulo de intereses dispares.

 

13 noviembre 2019 12:10 | Actualizado a 21 enero 2021 17:55
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El resultado de las elecciones del 10-N han actuado de catalizador del pacto que PSOE y Unidas Podemos fueron incapaces de cerrar tras las elecciones del 28-A. Si el acuerdo se ha cerrado en cuestión de horas es porque el trabajo de las condiciones ya estaba hecho. Faltaba la espoleta. Pedro Sánchez forzó la jugada de póquer y le salió mal. Las urnas le han restado poder y ha tenido que aceptar ahora las condiciones que le impuso Pablo Iglesias, entre ellas una vicepresidencia. Sánchez tendrá sentado en la mesa del Consejo de Ministros a Pablo Iglesias, aun a costa de no poder dormir por las noches. La opción de acudir a las terceras elecciones era impensable.

El abrazo de los dos líderes de izquierda supone el primer paso para la investidura, pero no el único necesario para garantizar la elección de Sánchez como presidente. Ahora falta convencer a los demás socios que faltan para que salgan los números. Para superar la investidura es necesario el sí de Más País, PNV, PRC, BNG y Teruel Existe, y aún así todo dependería de que se abstengan ERC y Bildu. De momento, los independentistas catalanes han anunciado que sigue en su postura de votar no a Sánchez, pero que aceptan sentarse a negociar si se asume que el problema que existe en Catalunya es político con el Estado y no interno, de convivencia, como remarca el punto 9 del pacto firmado entre Sánchez y Pablo Iglesias. Si Sánchez no quiere depender de los apoyos independentistas necesitará convencer a Ciudadanos de que se abstenga. En este sentido, la dimisión de Albert Rivera, puede facilitar un cambio de postura del partido naranja. El paso fundamental ya se ha dado y se disipan los temores de un bloqueo persistente en la formación de gobierno. Otra cosa distinta es que Sánchez consiga la estabilidad necesaria para sortear la legislatura de forma airosa. El problema catalán sigue en carne viva y los vientos económicos anuncian tormenta. El nuevo presidente tendrá que hacer de la necesidad virtud para conducir al país entre un cúmulo de intereses dispares.

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