Como si de una venganza de la naturaleza contra los desmanes y abusos del hombre se tratara, los animales están tomando las ciudades. Y lo hacen con una desfachatez y una osadía que llevan a pensar que el ciudadano ha perdido el control de las calles.
Basta ver a esas palomas que no se asustan por nada, que se suben a las mesas de las terrazas para comer nuestras tapas y que incluso hacen vuelos rasantes ante los que hay que estar muy atentos para esquivar un mal golpe.
Aunque en Tarragona no hemos llegado todavía a los niveles de lo que viven algunos barceloneses con especies más grandes y peligrosas. Sin ir más lejos, los jabalíes destrozaron el martes una motocicleta aparcada en el barrio de Can Rectoret porque olieron el melón que el propietario había guardado en el compartimento que se halla bajo el asiento del vehículo y donde se guarda el casco. Los animales arrancaron el sillón a mordiscos y, en su intento por llegar al dichoso melón, tumbaron la motocicleta, causándole importantes daños.
No es un caso aislado; otro vecino del mismo barrio se dejó el saco de pienso para el perro dentro del coche y los jabalíes le destrozaron la manilla del maletero al tratar de abrirlo. Sí, la fauna se está adueñando de nuestras ciudades. Y cada día los animales se muestran más voraces. Habrá que andarse con cuidado.
