La infraestructura que garantizará el suministro en Tarragona ante futuras sequías

Generará entre el 20% y el 30% del consumo anual de toda la demarcación y cubrirá la posible falta tanto en el sistema del Consorci d’Aigües de Tarragona (CAT) como en el Ter-Llobregat (ATL)

06 abril 2024 11:10 | Actualizado a 06 abril 2024 17:00
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Una de las diferencias de la actual sequía con la que la sociedad catalana vivió en el año 2008 es que la presente sucede en una época en la que la tecnología para detenerla está más avanzada. El proyecto para establecer una desalinizadora en la zona del Penedès se marchó con aquella pretérita etapa de hace más de una década para volver a salir a la palestra con la actual.

Y es que, a pesar de las lluvias puntuales, una golondrina no hace verano y, previendo que estos episodios sean recurrentes en un futuro, se ha optado por reactivar infraestructuras para asegurar el suministro.

Ese será el objetivo de la planta desalinizadora que se ubicará en la frontera entre Cunit y Cubelles, que también contará con un depósito en Calafell. Según las previsiones del diseño, tendrá una capacidad para producir 20.000.000 metros cúbicos (m³) de agua cada año en una primera fase y 30.000.000 en una segunda.

La planta estará en el término de Cubelles, pero necesitará desplegar infraestructuras en Cunit, que llegarán hasta el municipio de Calafell

Esto supondría entre el 20% y el 30% de los 105.599.263 m³ que se consumen en la demarcación de Tarragona de forma anual –63.658.200 por la suma del gasto de las actividades económicas y 39.941.063 por el de la red doméstica en 2022, según los datos elaborados por la Agència Catalana de l’Aigua (ACA) a partir de los registros que pasan las entidades suministradoras, los usuarios industriales y otras empresas.

La idea de esta infraestructura –que empezará a construirse durante la primera mitad de 2026, se pondrá en marcha a lo largo del 2029 y cuya obra será desarrollada por la empresa pública Acuamed con una inversión estatal de 180 millones de fondos europeos– es cubrir el suministro del sistema del Consorci d’Aigües de Tarragona (CAT) y del Ens d’Abastament d’Aigua Ter-Llobregat (ATL), además de reducir las extracciones de los acuíferos de la costa catalana que se encuentren en mal estado.

«Hay preocupación porque son muchas las familias que viven de la agricultura», Pere Nolla, vecino de Riudecanyes

Se ha seleccionado la parcela de Cunit para ubicarla porque está próxima a las redes del CAT y a las del ATL, ya que la desalinizadora producirá agua para ambos entes. De hecho, el agua del Ebre transportada vía CAT ya llega hasta el Baix Penedès, al estar conectado con Cunit y El Vendrell, entre otros municipios penedesenses.

No obstante, esta obra permitiría terminar de asegurar el abastecimiento de los 95 miembros del CAT y de los 144 municipios conectados al Ter-Llobregat en el caso de que en algún momento se dé la situación de que exista falta de agua.

Se espera que su construcción se inicie durante la primera mitad del año 2026

La iniciativa ha llevado consigo críticas y temores de la Plataforma en Defensa de l’Ebre (PDE) sobre que pueda acabar convirtiéndose en un punto de interconexión de redes y en una opción ‘encubierta’ de transportar agua desde el río Ebro hasta Barcelona. Sin embargo, la Generalitat se comprometió y ha repetido en diversas ocasiones que no será así.

Los dos puntos en emergencia

A pesar de que gran parte de la demarcación de Tarragona no tiene restricciones de uso al estar asociada al CAT, hay algunos municipios de otras unidades de explotación que sí que deben apretarse el cinturón en mayor medida.

Se trata, por ejemplo, del sistema Prades-Llaberia o del Anoia-Gaià, que se encuentran en estado de excepcionalidad, el cuarto de los seis niveles de gravedad vigentes actualmente. Los municipios pertenecientes tienen reducida la capacidad de utilizar agua para usos urbanos, agrícolas, ganaderos, industriales y recreativos.

«No tenemos restricciones de agua de boca, pero siempre procuramos ahorrar», Sílvia Segués, vecina de Riudecanyes

Peor están en el sistema de Riudecanyes, que comprende a este mismo municipio y a Duesaigües. Se encuentran en estado de emergencia y tienen una dotación límite por habitante y día de 200 litros. Ambas localidades cumplen, ya que su consumo es de aproximadamente unos 120.

Por otra parte, tienen prohibido el uso de agua para el riego de jardines y zonas verdes, a no ser que sea de carácter público y para la supervivencia de la vegetación y que se produzca con agua regenerada. Se prohíbe también el uso para llenar fuentes y piscinas o para limpiar las calles y los vehículos, salvo algunas excepciones detalladas por la ACA.

Riudecanyes y Duesaigües son los dos únicos municipios de Tarragona en emergencia

Además, la emergencia –penúltimo nivel de gravedad– conlleva una reducción obligada de la dotación del 80% para usos agrícolas, del 50% para los ganaderos, del 25% para los industriales y del 100% para los recreativos.

El alcalde de Riudecanyes, Ernest Roigé (ERC), recuerda que el punto de inflexión fue el pasado 9 de agosto de 2023, cuando el pantano bajó del hectómetro cúbico y, en consecuencia, tanto Riudecanyes como Duesaigües entraron en emergencia. «La gente ya estaba concienciada», asegura.

Riudecanyes, que el pasado año ya cerró las piscinas municipales antes de lo previsto por no poder llenarlas, ha ido sustituyendo los céspedes por materiales en los que no fuera necesario regar. «El agua que utilizamos es para que sobrevivan plantas y árboles», apunta el alcalde. Por otra parte, además de barrer, hacen uso de una máquina con una especie de cepillo para limpiar las calles.

«La construcción de desalinizadoras es indispensable para salir de esta situación», Toni Munté, vecino de Duesaigües

El municipio también ha iniciado acciones con el objetivo de buscar agua donde sea: «Hemos hecho un par de pozos: de uno de ellos nos salió muy poca agua y a mucha distancia, con lo cual, no era viable; del otro, nos ha salido un poco más, pero con muchos productos químicos que hacen que sea muy difícil de tratar», apunta Roigé, quien indica que el pueblo ya se ha preparado por si hay que traer camiones cisterna para diluir el agua del pantano.

Como opción, el consistorio también se plantea solicitar la conexión al CAT: «Igual sí que hemos de acabar haciéndolo, pero también es verdad que en algún momento tiene que llover y, si se llevan a cabo las inversiones previstas, a lo mejor no haría falta... Dentro de lo necesario, el CAT debería ser para Riudecanyes un sistema de apoyo, no diario».

El pantano de Riudecanyes está al 2,80% de su capacidad y, el de Siurana, al 2,89%

¿Qué piensan los vecinos?

La situación de emergencia ha llegado a las casas de los vecinos y vecinas de Riudecanyes y Duesaigües con la forma de un cambio de mentalidad: «No tenemos restricciones de agua de boca, pero sí que hemos aprendido más estrategias de ahorro», comenta Sílvia Segués.

En la misma línea, Teresa Nolla explica que «se intenta prevenir y guardar por si el día de mañana hace falta». Todo ello provoca que la ciudadanía haya modificado dinámicas y hábitos.

Pere Nolla afirma que lo vive con preocupación porque «el año pasado hubo agricultores que perdieron toda la cosecha». «Si no hay una solución inmediata, no sabemos qué puede suceder; hay muchas familias que dependen de ello...».

«Intentamos prevenir y guardar por si llega un día en el que no tengamos agua», Teresa Nolla, vecina de Duesaigües

Por su parte, Toni Munté opina que «la construcción de desalinizadoras es indispensable para salir de esta situación», por lo que indica que las infraestructuras de potabilización del agua deben formar parte de la prevención ante futuras sequías.

El apunte

L’Espluga de Francolí volverá a los cortes de agua

Pese a no estar en emergencia, el Ayuntamiento de L’Espluga de Francolí anunció el pasado miércoles una serie de medidas de emergencia para abordar la situación de sequía que afecta al municipio.

Las nuevas medidas prohíben el uso de agua potable para diversas actividades, incluyendo el llenado de piscinas con más del 20% de su volumen total, así como el riego de jardines, zonas verdes y huertos, salvo que sea por a la supervivencia de árboles y plantas, y con una cantidad mínima de agua, utilizando métodos como el riego gota a gota o regaderas.

Se prohíbe regar el césped con agua potable, ya sea proveniente de la red de agua como de aporte externo.

Las nuevas medidas prohíben el uso de agua potable para diversas actividades, incluyendo el llenado de piscinas con más del 20% de su volumen total, así como el riego de jardines, zonas verdes y huertos

También se prohíbe el uso de agua potable proveniente de la red municipal para limpiar todo tipo de vehículos, calles, fachadas y similares, sin perjuicio de la necesidad del mantenimiento de las condiciones higiénicas y sanitarias adecuadas. Además, se ha establecido un límite de 90 litros de agua por habitante y día para uso doméstico.

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