La Vibrieta enciende el inicio de curso

Cultura popular. Dentro del marco de Santa Tecla a les Escoles, la versión infantil de la Víbria visitó ayer el Col·legi Els Àngels del barrio de Torreforta

13 septiembre 2019 18:00 | Actualizado a 14 septiembre 2019 10:25
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«¿Alguien teme los petardos?», preguntaron antes de empezar. La lluvia estaba al caer, pero el tiempo aguantó lo suficiente para que los niños del Col·legi Els Àngels de Torreforta disfrutaran de la primera jornada de Santa Tecla a les Escoles, que mueve los diferentes elementos del Seguici a los centros para que los más pequeños se animen a participar en los actos de las fiestas.

La escuela recibió ayer por la mañana la visita de la Vibrieta, que esperaba los niños y niñas en el patio. A medida que iban saliendo de las clases, se iban sentando alrededor de la bestia con ojos como naranjas, la mayoría de emoción, pero no faltaban los que temían la figura y corrían a esconderse entre sus profesoras para apartarse de ella. «No hace nada, ¡no os preocupéis!» decían las maestras. Algunos de más cerca, otros de lejos, pero el caso es que todos miraban perplejos a la bestia. «¡Yo ya sé quien es!», decía alguno. Otros era la primera vez que veían al personaje.

Cuando explicaban las diferentes partes de la carcasa zoomórfica, algunos no podían creerlo. «¿Cómo puede ser?», comentaban sorprendidos los unos a los otros, preguntándose cómo llega a fusionarse una mujer, con un dragón y un águila en un mismo cuerpo.

A la llamada de «un voluntario, ¡por favor!», todos se alteran. Pero no, no tocaba encender el fuego aún, sino que querían probarles por encima los vestidos los portadores de la bestia. «Llevan cascabeles en los pies para que todos sepan que se acerca», les explicaban a los niños.

Seguridad ante el fuego

No podían dejarse la parte más importante ante este tipo de eventos: la seguridad. «¿Cuántos de vosotros va corriendo detrás de los petardos a recogerlos cuando ya han petado?» les preguntaba Ricard Virgili, miembro de la colla. Se miraban entre ellos: seguro que a muchos se les había pasado por la cabeza. Remarcaban la importancia de no hacerlo, porque «el plástico que cae después del fuego, puede no haber hecho buen contacto y al cogerlo podría explotar», les explicaba. «Uau…», decían, por lo bajini.

Otra de las precauciones, la higiene. «Debéis lavaros muy bien las manos después de asistir a una salida de fuego, porque la pólvora se acumula en las manos y puede daros mucho dolor de barriga si os las ponéis en la boca», les apuntaba Virgili. «¡Ecs...!», hacían.

Última pregunta: «¿Cuántos vendréis a vernos por Santa Tecla?» Casi todos levantaron la mano. Después de recordarles que hoy hay un correfoc en el barrio a las 21 horas, y que deben ir acompañados siempre de un adulto, se preparaban para entrar en acción. «¡Fuego, fuego, fuego!», gritaban todos al unísono. «¿Lo hacemos petar?», dijo Virgili antes de encender la bestia.

Entre gritos de emoción (y alguno que otro de miedo) terminaron la jornada, pero los pequeños no se cansaban de pedir «otra vez!» por todo lo alto. Aun así, tendrán que esperarse a asistir los actos de la fiestas para ver la Víbria y la Vibrieta en acción de nuevo.

Ricard Virgili explicaba el comienzo de esta iniciativa popular. «Fuimos la primera entidad en llevar Santa Tecla a las escuelas, porque nos dimos cuenta de que la Víbria adulta atemorizaba un poco a los más pequeños: es muy grande y al ser bestia de fuego no querían acercarse», dice. A partir de ahí, decidieron acercarla a las escuelas, donde los niños y niñas tendrían la oportunidad de familiarizarse con la bestia, saber sobre sus orígenes, tocarla... Además de hacer divulgación de la precaución ante el fuego, «muy importante en estas fechas», comenta Virgili.

El ciclo continúa

La semana que viene diferentes escuelas de la ciudad y los barrios disfrutarán de la visita de otros elementos, como el Drac de Sant Roc, las collas castelleras, el Lleó, la Mulassa o los Nanos. La iniciativa también se realiza en hospitales, para acercar la celebración a sus pacientes.

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