O dentro o fuera. O continúa o dimite. Este ha sido el dilema hamletaino que nos ha tenido en vilo durante 5 días y que hoy lunes, 29 de abril del 2024, tiene que quedar dilucidado. Si se queda, algunos suspiraran tranquilos pero la inmensa mayoría no saldremos de nuestra perplejidad: mucho ruido para pocas nueces (perdonen la insistencia en el uso de metáforas de shakespearianas). Si dimite, España cierra un ciclo y empieza uno de imprevisible. Un ciclo de cambios que puede llevarnos a nuevas elecciones generales o a un nuevo presidente de Gobierno o seguramente a una presidenta. En cualquier caso a Pedro Sánchez no se le puede negar la astucia y la gran capacidad de generar escenarios distintos. De él siempre deberíamos recordar la foto de la reunión de G7 en el Museo del Prado, mientras los más poderosos del mundo se deleitaban delante de las Meninas de Velázquez y Joe Biden, se dejaba guiar por Begoña Gómez. La misma Begoña que nos ha llevado a un «ser o no ser» insostenible.
Ha llegado el día D para Pedro Sánchez. La decisión del presidente del Gobierno pone fin a 5 días de tensión política y abre un nuevo escenario
Pero el mundo sigue con sus cosas más allá de los dilemas que perturban al inquilino de la Moncloa. La consulta entre los vecinos de La Bisbal de Falset para cambiar el nombre a La Bisbal de Montsant acabó, sorprendentemente, en empate. Elia Canales ha quedado subcamepona del mundo de tiro con arco en Shanghai. Un triunfo silencioso en uno de esos deportes que no acaparan titulares pero que son el esqueleto de una sociedad sana. Y, sin duda, lo mejor del fin de semana que hemos cerrado, el momento en el que gracias a la amenaza de lluvia, el festival Dixieland de Tarragona decidió trasladar su baile de swing al interior de la iglesia Sant Miquel del Plà (la de los natzarens). Ante la dignidad muda de los pasos de la Setmana Santa tarraconense que allí se custodian, decenas de personas movieron el esqueleto al ritmo de trompetas y clarinetes. Nunca hay que olvidar que enmedio del fragor de los titulares, siempre hay espacio para una sonrisa, o para un buen baile.
