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«Los recuerdos que tengo de la Bassa Nova son de ir los domingos con mis padres a desayunar, cuando tenía entre ocho y 10 años; por entonces, la balsa y su entorno estaban bastante bien arreglados e incluso llegué a coger flores allí; al hacerme más mayor, ya subíamos hasta la ermita de Santa Anna de Castellvell», rememora la reusense Pilar Obré.
Como ella, hay varios reusenses que guardan un grato recuerdo de este rincón emblemático y el hecho de que se recupere por parte del Ayuntamiento –algo anunciado este pasado mes de julio–, ha sido celebrado por la vecindad y varias entidades de la ciudad. Varios vecinos afirman que la balsa era todo «un reclamo» para ir de excursión e incluso bañarse en verano. Otros reusenses, por contrapartida, ya han conocido una Bassa Nova algo «más dejada», por su desuso.
La Bassa Nova se creó por la empresa La Hidrofòrica en el sigo XIX, con el objetivo de construir una mina para usos agrícolas, domésticos e industriales. La recuperación de este emplazamiento, proyectada para 2023, cuenta con un presupuesto de 500.000 euros y las obras tendrán un periodo de ejecución previsto de ocho meses a partir de la adjudicación de la licitación de obras.
El proyecto contempla zona verde y de descanso, sombra, aparcamiento de bicicletas y, por supuesto, agua, ya que la balsa se recuperará, aunque no como había estado concebida originalmente. La balsa no tendrá uso de boca ni de baño y no estará llena del todo por seguridad, se tendrán en cuenta muchos de los elementos originales que serán expuesto en un espacio de interpretación.
La presidenta de la asociación de vecinos del barrio Gaudí, Mª del Mar Escoda, explica que aunque no han visto el proyecto aún (pues justo este pasado agosto se aprobó el proyecto ejecutivo de recuperación de la Bassa Nova y el espacio que la rodea), eran conocedores de que dicha empresa se realizaría.
«Es algo que acogemos con agrado, es una noticia positiva, conocemos a vecinos que acudieron de pequeños allí y volver a tener una zona de estas características es algo que nos viene muy bien, muchos la echaban de menos», constata Escoda. La presidenta vecinal pone en valor el hecho de que se cuide «este pulmón verde».
La vecina Anna Roig, que nació en el barrio de La Pastoreta, acudía a la Bassa Nova cuando era «muy pequeña», también. Comenta que, por entonces, cuando un niño tenía la tosferina lo llevaban allí porque mantenían menos contacto con otros niños y podían jugar libremente. «Recuerdo tener entre unos cuatro y seis años e ir a la Bassa Nova en invierno, al tener la tosferina nos llevaron allí de excursión», repasa.
La presidenta de la asociación vecinal Amics del Barri Fortuny, Pepita Roig, evoca por su parte, que vivía en la «otra punta de Reus» y acudía siendo adolescente: «Como fuí la promoción que estrenó la nueva ubicación del instituto Gaudí, recuerdo andar desde la zona del barrio Fortuny hasta el barrio Gaudí».
Transformación integral
Carlos Porqueres es otro vecino reusense que aplaude que se dé continuidad a la transformación integral de los elementos patrimoniales con los que cuenta el Passeig de la Boca de la Mina. «Como reusense, la iniciativa me parece perfecta y necesaria. Lo que no entendí es que no se hubiera hecho antes, junto a la reforma del Passeig de la Boca de la Mina, aunque la política es así», distingue. Porqueres tiene recuerdos «más bien escasos» de la Bassa Nova. «Con la familia no íbamos demasiado a menudo, no sé por qué, pero por entonces ya estaba muy dejada», cuenta.
Otras puntos que tiene presentes en los paseos hacia la Boca de la Mina son la Font del Lleó y hasta la propia mina: «Acudíamos con la familia a desayunar o merendar». Varios ciudadanos de Reus también reivindican dicha costumbre, la de desplazarse hasta la Boca de la Mina, incluso hay actos sociales que lo defienden. Es el caso de la iniciativa del Grup Cultural Misericòrdies de Reus, donde su presidenta, Misericòrdia Salvadó, destaca a modo de recordatorio que el colectivo organizó un desayuno en la Boca de la Mina estas pasadas fiestas de la patrona de la ciudad.
El encuentro congregó a cerca de 120 personas, quienes recuperaron, en cierto modo, la tradición de degustar anises y el tradicional refresco llamado ‘bolado’ –que se trata de un terrón de azúcar que se mojaba con anís o agua de limón y que triunfaba entre los más pequeños–. Estos productos formaban parte de lo que las Venedores d’Anissos ponían a la venta a los reusenses que acudían al paseo tiempo atrás. La figura de esta vendedora está representada en forma de escultura, ésta fue colocada próxima a la Boca de la Mina e inaugurada el año pasado.
Salvadó rescata, por otro lado y a título personal, recuerdos de la Bassa Nova y por supuesto del paseo del barrio Gaudí. «La familia teníamos una masía, éramos muchos hermanos y los veranos eran muy amenos vividos en esta zona; reivindicar la recuperación de estos lugares supone salvar nuestra historia», destaca la presidenta del Grup Cultural Misericòrdies de Reus.
