El arquitecto Cèsar Martinell (Valls, 1888-Barcelona, 1973), discípulo de Antoni Gaudí, proyectó unas cuarenta cooperativas vinícolas en su vida. El Celler Modernista de Rocafort de Queralt es la primera bodega que construyó, con apenas 30 años, en 1918. También es la última. La completó en 1931 con un segundo edificio y, diecisiete años más tarde, construyó la tercera nave. «Fue el inicio y el final de su obra. No tenemos constancia de que después proyectara otra construcción», explica Lluís Roig, director general de Cellers Domenys, cooperativa que ahora gestiona el celler de Rocafort de Queralt.
A Roig se le ilumina la mirada con el Celler Modernista, joya y apuesta de la cooperativa para impulsar el «kilómetro cero» de la Ruta Martinell —«un proyecto de país»— que espera atraer la cifra de 20.000 visitantes al año.
La rehabilitación arquitectónica de esta primera bodega modernista, una de las bautizadas como Catedrals del Vi por el dramaturgo Àngel Guimerà, es parte principal del proyecto de Cellers Domenys. El complejo es pieza fundamental de la historia del cooperativismo y la arquitectura agrícola de Catalunya.

El edificio ha registrado diversas mejoras desde que, en 2010, la Cooperativa de Rocafort de Queralt y Cellers Domenys se fusionaron. Esta última intervención se ha producido en la primera nave, en la que ahora pueden contemplarse las diez grandes tinajas, antes cubiertas por un techo. También se ha liberado la solera de hormigón de los pilares de los arcos de catenaria que sujetan el edificio, descubriendo las estructuras parabólicas que caracterizan esta obra modernista. En esta fase se ha reparado el tejado tras un estudio previo de sus patologías, de forma que se ha conservado toda la estructura. También se han empezado a instalar las pasarelas por las que en breve pasarán los primeros visitantes de la ruta enoturista por las entrañas de la obra de Martinell.
«Tanto desde el punto de vista constructivo como de la propia bodega es muy innovador», afirma Roig. Esta intervención, ya acabada, es el paso inicial de un proyecto más ambicioso, que debe arrancar en septiembre.
El objetivo es abrir las instalaciones para que sean visitables, con el primer Centre Cultural del Vi, del Cooperativisme y sobre la figura del arquitecto. «Queremos poner a Cèsar Martinell en el mapa, porque siempre se habla de que fue discípulo de Gaudí, pero también fue un maestro», indica Roig.

Martinell diseñaba los edificios, pero también pensaba en la organización del espacio para un trabajo eficiente: planeaba dónde iría la maquinaria, cómo se almacenarían los productos y cómo se moverían los líquidos, se preocupaba por la ventilación, las condiciones para la fermentación y la distribución de los depósitos, para que el proceso de producción fuera cómodo y funcional.
El despacho desde el que el arquitecto diseñó algunas de sus principales obras será una de las piezas que podrá verse en este centro de interpretación, gracias al convenio de colaboración con la familia Martinell.

La tercera nave, en la que hasta ahora se elaboraban vinos y cavas, se transformará en una gran sala diáfana para actividades culturales, desde reuniones a talleres o conciertos, de forma que el gran público pueda sumergirse en este entorno arquitectónico único.
«Es un proyecto transformador del país y del territorio, que aspira a consolidar un polo de atracción económica, generar empleo y nuevas oportunidades de desarrollo rural y favorecer la retención de talento joven», prosigue Roig. La propuesta se alinea con el plan estratégico de la cooperativa: diversificar la actividad más allá de la venta de vino a granel, y mejorar la renta de los socios y socias de las ocho cooperativas del Penedès, la Conca de Barberà y el Alt Camp que la integran.
Esta transformación, impulsada por la Fundació Domenys, también permitirá recuperar la zona del altillo como espacio de catas y degustaciones en la que los visitantes puedan saborear algunos de los vinos producidos en la bodega.
El proyecto tiene una segunda línea, impulsada por Cellers Domenys, la cual pasa por la construcción de una nueva bodega subterránea donde se elaborarán vinos singulares de gama alta. «Poner en valor la figura de Martinell tiene que ayudarnos a posicionar la marca de vinos y cavas, sumándole esta singularidad», dice Roig.
El proyecto espera ser realidad en 2027. Es una inversión de 10,2 millones, de los cuales un 54% es financiación llegan por una subvención de 2,9 millones del 2% Cultural del Ministerio de Vivienda. Por su parte, La Generalitat y la Diputació aportan 2,6 millones.
Catalunya tiene una asignatura pendiente con un Martinell que siempre ha quedado eclipsado por la figura de Gaudí. Rocafort de Queralt quiere ser el punto de partida para situar el arquitecto modernista en el mapa del país.