Las claves de un verano de récords por calor en Tarragona

El verano de 2023 ha sido el tercero más cálido en Tarragona desde 1950, año en el que el Servei Meteorològic de Catalunya empezó a registrar las temperaturas en una serie de estaciones del territorio. Con una media de 26,49 °C a lo largo de los meses de junio, julio y agosto, el dato registrado este curso no supera –aunque se queda cerca– los 26,90 °C de 2022 ni los 26,68 °C de 2003. El de este verano ha sido el sexto junio, el tercer julio y el tercer agosto más cálidos desde que se tienen datos, con 24,38 °C, 27,48 °C y 27,63 °C respectivamente, según las estadísticas facilitadas al Diari por el Meteocat.

En lo que va de 2023, Tarragona está registrando unas temperaturas casi dos grados centígrados superiores a la media histórica. De hecho, Ramón Pascual, meteorólogo y jefe del grupo de predicción y vigilancia de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), observa que «las temperaturas que están viviéndose en este siglo no tienen precedentes en 150 años».

Lo que sí que ha batido todos los récords, desde que se empezaron a contabilizar, han sido las noches. Lo explica Pascual: «El valor de las temperaturas nocturnas está subiendo cada año». En la misma línea, el jefe del equipo de control de calidad de datos del Servei Meteorològic de Catalunya, Aleix Serra, indica que «a finales de agosto es cuando más se ha notado».

Son, durante todo el verano y sumando la red de las 41 estaciones automáticas del Servei Meteorològic en Tarragona, 96 noches tórridas –de una mínima superior a los 25 °C–, un 46,6% de las que ha habido en Catalunya. En Tarragona, son un 255% más que las quince del pasado verano.

Para encontrar la segunda temporada estival con más registros de este tipo, hay que remontarse hasta 2015, cuando hubo 32 en la demarcación. Exceptuando algunos veranos puntuales, como el de 2003, 2012, 2015, 2018, 2019 y 2022, las noches tórridas han sido testimoniales, de entre cero y seis.

La Badia dels Alfacs es la que más ha registrado este año, con trece. Los siguientes puntos con noches más calurosas son Tarragona capital, con doce; el embalse de Riba-roja, con once, y Vinebre, con nueve. A la práctica, quiere decir que, en los puntos más cálidos, el mercurio ha marcado más de 25 °C durante una noche cada semana. No ha habido ninguna en puntos como Batea, Ascó, Blancafort, Constantí, Cunit, el Perelló, Gandesa, Horta de Sant Joan, l’Espluga de Francolí, Mas de Barberans, Nulles, Siurana, Prades, Riudecanyes, Tivissa, Ulldecona, els Ports, Santa Coloma de Queralt y la Bisbal del Penedès.

Mucho más habituales son las llamadas noches tropicales –cuando las mínimas superan los 20 °C–. Entre junio, julio y agosto, ha habido 1.806 si se suman las detectadas en todas las estaciones de la demarcación. Son un 5,3% más que las 1.715 vividas el verano pasado, que ya fue más prolífico desde 1998. A lo largo de los años, el incremento de este tipo de noches ha sido generalizado, pese a que ha habido alguna temporada estival que ha sido más fría.

En este caso, ha sido la estación de la Illa de Buda la que ha registrado más noches tropicales en estos tres meses: han sido ochenta, unas seis por semana. Tarragona capital, els Alfacs, Amposta, Alcanar y l’Aldea han sido los otros lugares de la demarcación donde las noches con temperaturas superiores a los 20 °C han sido más habituales, con 76, 74, 74, 71 y 70 respectivamente.

Parece que esta nomenclatura ya se ha quedado algo corta y que, lejos de ser algo excepcional, estas noches se han convertido en normales en muchos municipios tarraconenses. Únicamente en Prades es donde no se ha detectado aún ninguna noche tropical. En l’Espluga de Francolí, una de las estaciones más frescas del territorio, se ha pasado de seis en 2022 a veinte este verano. Hay aún una tercera categoría. Acuñada, pero aún nunca detectada en Tarragona: es la llamada noche infernal, y se da cuando las temperaturas mínimas son iguales o superiores a 30 °C. En zonas de Barcelona ya se han identificado este tipo de episodios, que podrían llegar a Tarragona si la evolución de los últimos años persiste en el tiempo.