A caballo entre tienda y taller, si Rètols i Gravats Prieto tiene un sello distintivo es que no solo compra y vende los rótulos, sino que también los graba. «Éramos los únicos en Catalunya y en España se cuentan con los dedos de una mano», afirma Montserrat Prieto sobre un tipo de negocio sin apenas continuidad.
Para la familia Prieto, la andadura comenzó en 1967, en Montblanc, fabricando buzones metálicos. Gracias al boom de la Costa Daurada y los apartamentos turísticos, Rètols Prieto descubrió su oportunidad: comprar máquinas para grabar y recortar piezas de metacrilato. La actual propietaria reivindica que tanto su padre como su madre trabajaban de sol a sol. Y si apostaron por el negocio en el Raval de Santa Anna e incorporar más servicios, fue porque desde muy joven Montserrat Prieto mostró interés por tomar las riendas. La expansión de la petroquímica también sería clave para Rètols i Gravats Prieto, que acabó fabricando rotulaciones para los cuadros eléctricos de las principales empresas químicas de Tarragona.
A finales de los años 80, el negocio siguió ampliando su oferta con materiales más modernos y máquinas más autómatas, además de la incorporación de Toni, marido de Montserrat, que se sumó a la empresa. Así, se abrieron a productos como placas de inauguración de monumentos y edificios públicos, y encargos de grabado para ayuntamientos de la provincia y numerosos municipios de Catalunya. Llegaron a ser 11 trabajadores: ocho en el taller y tres tras el mostrador.
«Yo pensaba que era broma que nos conociesen tanto», comenta Montserrat Prieto ante algunas peticiones que llegaban bajo el reto de que «si ellos no lo hacían, nadie iba a poder». La fidelidad de su clientela es evidente y si muchos han repetido a lo largo de cinco décadas es porque no encontraron un servicio igual en otro sitio. Rètols i Gravats Prieto siempre ha destacado por su capacidad de innovación, productos de calidad y un compromiso firme con cada proyecto.
Cerrar con broche de oro
El mayor premio al trabajo bien hecho ha sido la confianza que los clientes han entregado a Rètols i Gravats Prieto desde el minuto uno. Entre vivencias y anécdotas, señalan que el cierre no ha supuesto «un final agridulce» porque han estado trabajando hasta el último momento y la gente les ha mostrado cariño y agradecimiento hasta el último día. De hecho, aunque sabían que no habría relevo generacional, están orgullosos de bajar ellos mismos la persiana.
«El negocio ha tenido una gran reputación toda la vida y con nosotros se jubila», añaden. Como síntoma de su constancia, tienen un merecido descanso, aunque algunos clientes se sientan «huérfanos» y tengan que buscar alternativas a unos rótulos que seguirán siendo únicos. Pese al cierre, en las próximas semanas aún se podrá adquirir su amplio stock, que sigue expuesto en la tienda.
