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Se podría decir que mientras que la Tarraco Arena ha sido la cara exitosa de la gestión de la Diputació en la ciudad, con una reconversión que ya ha generado un impacto económico de más de 50 millones de euros en diez años para hacer olvidar la antigua Plaça de Toros, la Savinosa es la cruz y, de momento, el fracaso. Durante el último medio siglo, decenas han sido las ideas, bulos, semiproyectos y ocurrencias que han aparecido en los medios de comunicación sin que, hasta la fecha, ninguno haya logrado iniciar ninguna obra ni actuación en la finca de 60.000 metros cuadrados, abandonada de la mano de Dios desde 1976 y que en la actualidad se encuentra en un estado ruinoso. Sí, hace 47 años. Casi medio siglo. Lamentable.
La primera acción para recuperar el espacio fue en 1985, casi una década después de tenerlo en desuso, cuando se convocó un concurso de ideas en el que se propusieron salidas como un polideportivo, un palacio de congresos, un centro de estudios marítimos o un museo de arquitectura. Dos años después, un estudio de la Universitat de Barcelona insistía en la opción del palacio de congresos –en aquella época, Tarragona no tenía todavía el actual–, mientras que en 1993 la recién fundada Universitat Rovira i Virgili (URV) ponía sobre la mesa ubicar allí la Universitat d’Estiu.
TGN quería derribarlo
Paralelamente, bajo el liderazgo de Joan Miquel Nadal (CiU), el Ayuntamiento anunció en los años 2000 y 2004 su intención por derribar las edificaciones existentes. ¿El problema? Que están catalogadas como Bien Cultural de Interés Local (BCIL). En esa época, la apuesta de la Diputació capitaneada por Josep Mariné era poner allí un hotel, mientras que el consistorio apostaba por una zona verde.
Más tarde, ya en 2009, el entonces alcalde Josep Fèlix Ballesteros (PSC) negoció con el Estado ubicar allí un Parador Nacional, en una operación que finalmente no vio la luz.
Si bien la primera acción para reactivar el espacio fue hace 38 años, la primera con credibilidad fue en 2013, cuando Diputació, Ayuntamiento y Col·legi d’Arquitectes impulsaron un concurso de idea tutelado por la entidad colegial que comportó que en 2016 se adjudicara al gabinete Fuses-Viader, Mansilla i Perea el encargo para realizar una propuesta «definitiva y concreta» para pedir la modificación del POUM entonces vigente. El plan de esta empresa fue el más conservador de entre las 25 propuestas presentadas, ya que preveía mantener todos los inmuebles existentes, doblando la edificabilidad.
Ya en 2019, la Diputació avaló la propuesta, que reservaba hasta 8.000 metros cuadrados para un hotel. La anulación del POUM por parte del Tribunal Supremo (TS) y el cambio de gobierno en la Plaça de la Font, con Ricomà (ERC) relevando a Ballesteros (PSC), dejaron esta opción en agua de borrajas para dejar paso al hub cultural público anunciado a finales de 2022 y que se espera que sea una realidad en 2030. ¿Se lo creen?
