El pasado 24 de septiembre el Nàstic ganaba 2-0 al Sabadell, al tiempo que se despedía de una de esas figuras invisibles para el gran público, pero de un valor incalculable para la entidad. El fisioterapeuta Ernest Canete cerraba su etapa en el club y ponía fin a 31 temporadas ininterrumpidas en los servicios médicos del Gimnàstic. Dificilmente habrá quien pueda, no solo superarlo o incluso igualarlo, sino acercarse a una cifra similar.
«Llevaba mucho tiempo madurando la posibilidad de cambiar de vida. Personalmente, necesito más tiempo para dedicar a la familia», explica Canete al Diari. Su dedicación al Nàstic ha sido total. Desde ese lejano primer día en el vestuario del primer equipo. Un Nàstic-Cartagena, con 0-0 final, de la jornada 3 de liga en Segunda División B, 1992-93, con Longhi en el banquillo del Nou Estadi. Años en los que Canete prácticamente no ha tenido descanso. Fines de semana, festivos, viajes, vacaciones, etc. «No me arrepiento de haber estado tanto tiempo, pero ahora ha llegado el momento de dejarlo. Ya he hecho suficiente», asegura.
Tres décadas en un vestuario dan para muchas anécdotas, historias, confidencias, amistades, etc. Canete podría hacer una enciclopedia de manías de los deportistas. La mayoría quedarán para siempre en la sala de tratamientos del Nou Estadi. Otros, se irán en el maletín del fisioterapeuta. Sobre todo los buenos recuerdos. «La mente es selectiva y siempre se queda con los ascensos y la gente que se conoce en el camino». Las personas que han ido pasando por el vestuario y con los que estableció relaciones de amistad fuertes. Algunas de de esas personas que formaban el círculo más próximo ya no están y ha sido otro factor que ha le llevado a poner fin a su relación profesional con el Nàstic. «Ultimamente me faltaba la gente más cercana», cuenta.
Todavía no se ha parado a pensar en todos las experiencias que ha vivido y los recuerdos que le dejan. Asume que le irán viniendo. Con el paso de los días y los mensajes que vendrán en las próximas horas regresarán miles de imágenes. Pero ahora, «necesita tranquilidad». Despojarse de la presión de cuadrar los horarios de su negocio, Bruma Clínic, con los entrenamientos del primer equipo. Siempre susceptibles de cambios de última hora. Canete quiere priorizar su negocio y gestionar su propio tiempo sin depender de otros para conseguir tener más tiempo y poderlo disfrutar junto a los suyos.
Canete agradece al club las facilidades que le ha dado para finalizar la relación contractual. «Se han portado muy bien», afirma y aunque aún es pronto para verlo por la grada del Nou Estadi, no duda de que regresará: «Es raro ver a mis hijos, socios del club, marcharse hacia el estadio con la camiseta del Nàstic y yo quedarme en casa. Necesito algo de tiempo».
Lo que no hará será dejar de tratar a futbolistas. Desde hace tiempo, Bruma Clinic cuenta con un acuerdo con Mutualitat Catalana de Futbolistes. Muchos jugadores federados pasan por el centro para tratarse lesiones. Además, como explica el propio Canete, las tendencias van cambiando y los exjugadores de fútbol, muchos tratados en su día por el fisioterapeuta tarraconense, siguen practicando deportes como pádel y running, por lo que seguirá en contacto con ellos.
A Canete no le faltarán recuerdos, ni al Nàstic esa figura que durante 31 temporadas apareció en todos y cada una de los fotos de plantilla. Una parte de la instititución misma. Una figura silenciosa, pero infatigable.
Canete deja el Nàstic porque quiere centrarse exclusivamente en su negocio Bruma Clínic
