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El vecindario de Mas Pellicer de Reus pide arreglos en los bloques más deteriorados de Habitatge

En algunos edificios arrancaron los timbres, faltan cerraduras o cae agua. Hay desperfectos que llevan años igual. El barrio reclama reparaciones y «contundencia contra los vándalos»

18 septiembre 2023 20:18 | Actualizado a 19 septiembre 2023 07:00
Se lee en 2 minutos
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Timbres calcinados y arrancados de cuajo de las fachadas, puertas de entrada a los bloques con los vidrios rotos y que se han quedado en el esqueleto metálico, bajantes perforadas por las que se filtra agua hacia la calle o paredes desconchadas, sin ladrillos, y pilares con el forjado al aire. Son algunas de las deficiencias que arrastran, tal como denuncia el vecindario, buena parte de los edificios de viviendas que la Agència de l’Habitatge de Catalunya gestiona en Mas Pellicer.

La Associació de Veïns I de Maig, con Eduardo Navas al frente, pide a la Generalitat que «ponga orden» en la situación de sus inmuebles, en ciertos casos «muy deteriorados desde hace mucho tiempo». Algunos vecinos señalan que los desperfectos «se arrastran durante años hasta que nos los reparan» y, luego, los arreglos «duran muy poco».

Habitatge es responsable de alrededor de 200 pisos sociales en este punto de Reus –en el cómputo global de la ciudad son 395–, una destacada proporción de los cuales de agrupan en unos siete completos. Navas especifica que, a menudo, el mal estado de los edificios está vinculado a la delincuencia.

«A quienes trapichean, por ejemplo, no les interesa que en los portales haya timbres porque la gente viene a comprar, se equivoca y llama a otros números a cualquier hora, y eso trae problemas. Los destrozan para que dejen de funcionar y rompen las puertas de forma que se pueda entrar y salir sin llave y sin hacer ruido», precisa.

Hay bloques con cadenas y candados en los cuartos de contadores porque «algunos controlan la luz y los enganches», apuntan residentes en la zona que prefieren no aportar su nombre. El presidente de I de Maig cifra en «cerca de 200» los empalmes irregulares de los que la entidad tiene constancia.

La basura se acumula en ciertos accesos porque «quienes ocupan o se dedican a malos negocios, no limpian» y en los porches «la pintura se ha ido cayendo, no sé si también porque a veces la gente orina».

Navas advierte de que «hemos visto pilares en los que asoma el forjado y es algo que se va extendiendo». Y dice que «los edificios tienen que pasar el año que viene la inspección técnica y veremos qué es lo que ocurre con todo esto».

Cuando Habitatge interviene y resuelve los daños, «es un visto y no visto», lamentan los vecinos. Una familia cuenta su experiencia: «Quemaron el timbre y estuvimos años sin él hasta que nos lo pusieron. Lo mismo pasó con la puerta del portal. Y, al poco tiempo, otra vez nos quedamos sin nada. Reponemos la bombilla de la entrada al bloque y rompen el foco para llevársela. Son bombillas de 50 céntimos. Nos tiran basura dentro. Revientan los buzones y encontramos las cartas abiertas o a trozos. Si hubiera más patrullas, esto no pasaría».

El presidente de I de Maig es consciente de que el estado de los bloques «perjudica a los que quieren vivir aquí en paz». Pero también sabe que «no se le puede pedir a la Generalitat que repare puntualmente todo si, al día siguiente, los incívicos lo van a volver a dejar como estaba».

La Generalitat ha colocado puertas «blindadas y sin cerradura» en los inmuebles que quedan vacíos para evitar que entren ocupas. «Funcionan. Con tocarlas, suena la alarma», comenta una mujer que vive al lado de una. Con cifras de agosto del pasado 2022, uno de cada diez pisos sociales de Habitatge en Reus albergaba inquilinos ilegalmente.

Diez años del gran lavado de cara

Justo en 2024 se cumplirá una década de uno de los proyectos de mayor envergadura que haya impulsado la Associació de Veïns I de Maig, que sirvió para acicalar los bloques del barrio. Los mismos vecinos se arremangaron para pintar, con sus propias manos –y con la ayuda de personas derivadas de Justícia Juvenil que cumplieron servicios– los porches de los edificios.

El germen fue la comunidad de uno de los bloques, que realizó un lavado de cara por su cuenta «para mejorar la imagen». Los buenos resultados animaron al resto y la implicación de todos hizo posible el cambio. Transcurridos casi diez años, Navas constata que «los bajos están de nuevo bastante precarios» y reclama a Habitatge mejoras.

«Pedimos la decencia del barrio. Que la Generalitat arregle los edificios, que la policía haga más patrullas andando para que eso se conserve como corresponde y la gente esté aquí con dignidad y con orgullo», detalla el líder vecinal. Y señala que «sabemos que hay personas incívicas, pero quizá es porque no hay una vigilancia correcta del barrio».

Por eso, «reclamamos también a Habitatge que persiga a quien vandalice, que actúe con contundencia. Si no hay consecuencias, esto no se va a acabar nunca. Y los arreglos, al fin y al cabo, los pagamos todos con nuestros impuestos», concluye el líder vecinal.

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