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Carles Pellicer: «En política hay que saber entrar, saber estar y también saber irse»

Reus cerrará un ciclo de 12 años con el relevo en la alcaldía. Pellicer, que no opta al cuarto mandato, entregará en junio la vara a su sucesor. Luego, «me tomaré un tiempo de descanso y distancia buscada»

15 abril 2023 22:03 | Actualizado a 16 abril 2023 07:00
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Lleva más de un año despidiéndose. El 28 de marzo de 2022, desde el escenario del Bartrina, pronunció la frase que sacudiría el tablero político reusense: «No me presentaré a las próximas elecciones municipales». Pero, desde entonces, no ha dejado de repetir otra. Una en la que avisa de que «seré alcalde hasta el último día». Y para ese último día, el del traspaso de poderes, restan hoy dos meses. Carles Pellicer atiende al Diari en la cuenta atrás. Acude a la entrevista de regreso de una de sus visitas a los barrios y pide agilidad porque «hoy tengo muchos temas que resolver». En el despacho en el que se instaló hace tres mandatos ya hay ambiente de mudanza.

Pone fin a 12 años de alcaldía y otros 22 en el Ayuntamiento. Cuénteme.

Pues le cuento que estoy contento, que gobernar una ciudad tan importante como Reus ha sido un orgullo y un honor. Estoy satisfecho, pese a situaciones que no fueron fáciles. Cuando uno decide ser alcalde sabe dónde se mete y que las cosas pueden venirle bien encaradas o de otra forma. He tenido un gran equipo y pienso que lo he logrado. Mi aportación ha sido honesta, dedicada y muy intensa.

¿Ha sido el alcalde que quería ser?

Sí. Me ha gustado ser un alcalde de calle. Hoy he visitado otro barrio, el Montserrat, y he estado con los vecinos. Hemos hablado de algunas cosas que solucionar. Yo podría decir ‘oiga, no hace falta, si ya me marcho’. Y no. Seguiré haciéndolo hasta el 9 de mayo. Debe ser así. Hubo circunstancias no buscadas: una crisis económica o una pandemia. Pero eso nadie lo sabía y lo gestioné lo mejor posible. Claro, no sería correcto si dijese que todo estuvo bien. Seguro que hay cosas que no se pudieron hacer. Y uno no puede decir que sí a todo.

¿Cuándo hay que decir que no?

El alcalde debe decir que no cuando toca. Si dice que sí a todo, genera un problema, incluso de credibilidad. Hay que gobernar para todos, es dinero público y el criterio debe ser objetivo. Cada día hay temas nuevos y uno debe mantener la templanza y la ponderación. Gobernar significa eso. Y también es firmeza, proximidad y estar ahí.

La urna de cristal.

Desde el principio dije que la rompería. No soy hombre de despacho. Me dedico a decidir, a gobernar, pero estar en la calle me ha permitido saber cómo se movía la ciudad en todos los rincones. Nadie me podrá echar en cara que no haya ido a algún sitio. He recorrido Reus muchas veces y muchos años. La conozco como mi casa.

A usted le gusta una frase: «Lo que es difícil se hace y lo imposible se intenta».

Es un lema mío. A veces, lo imposible sale bien y otras, no. Eso significa que debe haber capacidad de convencimiento propio y de autoestima, de creer que algo puede hacerse. Y así es como hemos ido sacando adelante bastantes cosas. Es cierto que otras he tenido que mantenerlas. Evidentemente, por ejemplo, no podemos construir otro hospital. Traspasarlo a la Generalitat fue un acierto y una operación bien trabada. Hoy, tenemos un hospital que es de quien ejerce las competencias en salud; y el Ayuntamiento tiene capacidad económica por eso y por la gestión potente. Somos uno de los Ayuntamientos del estado con mejor situación financiera.

Saca pecho de haber reducido deuda y de bajar a los barrios. ¿No son aspectos opuestos?

Las dos cosas son mi orgullo. Ser alcalde es un mix de todo. A veces, no es hacer una gran obra sino una obra pequeña. Es dejar un Ayuntamiento muy bien preparado para invertir y endeudarse, y es construir un parque. El alcalde es uno más que, por un tiempo, hace de alcalde. Es como el presidente de una comunidad de vecinos en grande. Es bueno que entre aire fresco.

Si hubiera querido, ¿tenía opción de seguir?

Sí. Pero he considerado que no tocaba.

Pero siempre recuerda que se ha encontrado afrontando una crisis cada mandato. ¿Por qué no intentar el cuarto?

No. Durante cuatro años, gestioné una economía hundida. Y hundida significa muy hundida. En el segundo mandato, gestioné una gran crisis política, no solo por la minoría absoluta sino porque me sometí a dos cuestiones de confianza, además de lo que comportó el Procés. Y cuando ya salíamos, la Covid. He hecho mi trabajo y lo puede hacer otro. En el Parlament estuve 15 años y luego dejé paso. Las cosas tienen que regenerarse.

Eso es un tópico.

¿Un tópico? Es lo que pienso. Si hubiera querido presentarme de nuevo, habría podido. Decidí que no. Hablé de ocho años y he acabado estando cuatro más. Lo tengo claro y lo repito por enésima vez: en política hay que saber entrar, saber estar y saber irse. Si falla una de estas tres premisas, hay problemas. Sé que sorprendió mucho que anunciase que no volvía a presentarme. Sé que chocó porque no es lo habitual. Pero, a fe de Déu, por decirlo de alguna forma, que es una decisión tomada a conciencia por mí con mi mujer.

¿Y quien venga ahora?

Quien sea alcalde tendrá el resultado de mi gestión y dispondrá de un tiempo que deseo que sea tranquilo y pueda hacer muchas cosas. Eso es lo que a mí me ha movido.

¿El qué?

Sacar adelante Reus. Yo de pequeño ya quería ser alcalde. Siempre tuve muy fijada mi estrella. Y lo conseguí. Y entro en otra etapa y lo hago contento. He tenido un gran equipo y tengo una gran mujer a mi lado. ¿Qué más puedo pedir? Tuve un gran partido, aunque ahora soy independiente. Eso sí me sabe mal: acabar sin militar en ningún partido. Tampoco pasa nada. Pero mi recorrido político nunca se ha movido de su sitio; los otros sí cambiaron hasta que dije ‘mirad, esto a mí no me interesa’.

$!Pellicer, en un instante de la entrevista. Foto: Alfredo González

La comparecencia pública anunciando que salía del PDeCAT resultó un giro en su trayectoria de hombre de orden.

Lo soy. Yo soy una persona de orden y es bueno. Soy muy metódico. No es solamente un orden físico, sino espiritual, mental. No me escondo de lo que soy. Yo respeto a todo el mundo. Pero es que, claro... Por eso siempre he insistido en que la ciudad estuviera limpia, segura y ordenada. Me preocupa todo, me llevo yo mismo la agenda porque sé mis tempos, mi disciplina y sé distinguir lo importante.

La suya ha sido una manera de hacer política concreta, de la vieja escuela, que ha acabado siendo insólita.

Es que ese es un tema. Yo también me he dado cuenta de eso. Voy haciendo pero lo hago de una forma y con unos valores que han sido míos. Y entiendo que quizá formo parte de una etapa y es el momento de que lleguen otras personas.

¿Qué ha hecho usted por Reus? Se le ha criticado no tener grandes proyectos.

He tenido que pagar los proyectos de los otros. Legítimos, no los critico. Me hace gracia que se diga eso de mí. Yo he puesto todo mi empeño, sí, en hacer una gran obra: pagar todo lo que se debía. Si es que no había ni un duro. Tuve que buscar todas las formas de financiación posibles. Pero eso se olvida rápido. Metrovacesa, el Hospital, la Fira... Se afrontó y está limpio. Mi gran obra ha sido gestionar el momento más difícil de este Ayuntamiento y prepararlo para el futuro. Y atar Bellissens, la Intermodal, la Boca de la Mina, la Hispània, El Roser, el skatepark, el CMQ, los Bons Reus, Reus Energia, poner a punto el crecimiento hacia el sur, cerrar acuerdos con Tarragona... Tuve presupuestos y vino la pandemia. Pero nunca ningún servicio se ha visto afectado, nunca. En Reus se vive muy bien.

¿Qué cree que piensa la gente de usted? ¿Qué recordará?

A unos les parecerá bien y a otros, no tanto. He hecho lo que me ha parecido mejor para todos y no he sido un supermán.

La política ha sido su vida. A partir de junio, ¿qué?

Es mi vida. Qué haré es la pregunta del millón. De momento, nada. Me tomaré un tiempo de descanso, de distancia buscada. Más allá de que pueda ir a algún sitio, es bueno que el alcalde saliente ponga distancia prudente y necesaria.

Antes le he preguntado qué alcalde ha sido. Pero, ¿qué exalcalde será?

No seré un exalcalde que opine. No lo verá. Insisto en que debo tomar distancia. Hacer otra cosa sería no saber estar. Tengo todo listo para un traspaso ordenado. Mi equipo prepara dosieres y a quien asuma la alcaldía, si quiere, le entregaré la situación económica: qué hay en caja, la posibilidad de endeudarse, qué proyectos están en marcha, sobre cuáles deberá decidir y los que van para adelante. Si algún día me necesita y lo considera, le daré mi opinión. Y, si no, para eso es alcalde o alcaldesa.

Deje un consejo para el nuevo.

Que gobierne con honestidad, sabiduría y equilibrio. Que escuche y que actúe sabiendo lo que pasa en la calle. Y que recuerde que gobernar bien no es decir que sí a todo. Para mí, la alcaldía fueron 24 horas al día, 365 días al año, a por todas. He vivido por ella, me dediqué en cuerpo y alma, y volvería a hacerlo siempre con la mirada puesta en hacer de Reus la mejor ciudad del mundo.

Tres mandatos: del vuelco de 2011 a la pandemia

Tras 32 años de liderato socialista en Reus, Carles Pellicer, candidato de CiU, tomó el 11 de junio de 2011 la vara del cambio con el PP como socio. «La lucha contra el paro será nuestra prioridad, fomentando la economía productiva y la innovación», destacó en su primera intervención como alcalde, con el telón de fondo de los indignados y su acampada en el Mercadal. Tres años y medio después, lo que se había presentado como un «pacto de ciudad, de gobierno y no ideológico» se resquebrajaba a resultas del momento político catalán. Pellicer pasaría el resto de ese mandato y el siguiente tratando de librarse de la minoría. Arrancó en 2015 en solitario y Ara Reus y ERC se sumaron al gobierno. Y estrenó mecanismos para tratar de desencallar las cuentas: dos cuestiones de confianza. Si su primera etapa estuvo marcada por la crisis económica y el estallido del Caso Innova, en la segunda el foco lo copó el 1-O. La lectura de un manifiesto pidiendo que la policía nacional desalojase el Hotel Gaudí le valió una imputación –a él y a otros portavoces– por odio, que se acabaría archivando. «Pusimos calma. Creo que hicimos bien», defendió Pellicer. Y en 2019, pese a haber asegurado que no volvería a optar, la nueva cita con las urnas resultó un reto de enjundia. Casi se le escapa. El golpe de timón pareció asomar como prioridad por encima de la ideología en la configuración del gobierno y cerca estuvo de fraguarse la alternativa. Pero la fórmula Junts per Reus-ERC-Ara Reus llegará hasta el 28 de mayo, Covid y planes de reactivación incluidos.

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